Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







sábado, 3 de septiembre de 2011

ABIERTO POR VACACIONES

Se terminó el mes de agosto y menos mal porque ha sido una auténtica pesadilla. Y es que ver a nuestros políticos trabajando a destajo durante las vacaciones acojona más que las profecías sobre el fin del mundo. O será que el final de los tiempos ha llegado ya. Al menos el de aquellos días en los que durante el mes de agosto no pasaba nada porque, a parte de ser un mes inhábil para la Administración (lo cual es de por sí una garantía de tranquilidad), al estar todo el mundo de vacaciones resultaba que: a) no había nadie que pudiera causar un estropicio y b) si se producía un estropicio fortuito no había nadie para detectarlo, con lo cual, todo, lo bueno y lo malo se postergaba a septiembre.
El resultado era un mes tremendamente irreal en el que, paradójicamente, descubríamos que el mundo no se acababa porque frenásemos nuestra laboriosa actividad y que para lo único que resultamos imprescindibles es para crear problemas. Descubríamos que lo ilusorio estaba en esa cotidianidad surrealista en la que andamos desbocados los once meses restantes del año y no en el atisbo de comprensión de ese extraño en bañador que nos devuelve la mirada en el espejo.
Claro que, esa toma de conciencia puede ser muy desestabilizadora y hay quien se las arregla para llenar el mes de viajes agotadores o de un ajetreo de actividades tal que no le haga añorar su habitual delirio, que es bastante más manejable que un derrumbe de esquemas.
Pero también ocurre que hay quien aprovecha la circunstancia para sacar conclusiones y tomar decisiones. En el gobierno deben haber discurrido que con tanto paro la gente ya dispone de demasiado tiempo libre para pensar y que el potencial iluminador del mes de agosto podía llegar a niveles críticos entre tanto parado y tanto indignado. Por eso se han propuesto oscurecerlo con una sobredosis de actividad, metiéndole mano nada menos que a la Constitución, toma ya.
Alguien, la Organización Mundial del Trabajo, Amnistía Internacional o la Cruz Roja debería tomar cartas en el asunto y prohibir a los políticos trabajar en periodos vacacionales. No hay derecho.

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