Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







lunes, 29 de abril de 2013

EL LIRIO DEL VALLE

En Francia existe la bonita costumbre de regalarlos el 1 de mayo, como porte bonheur. Se les conoce también como muguet por aquí y en Cataluña. No es una planta que se prodigue en España y mucho menos en las Islas Canarias, por eso no la conocí hasta el año pasado, cuando un amigo tuvo el acierto de regalármela. Y fue un acierto porque me encanta que me regalen flores y además ésta en particular me cautivó. No sólo fue que me era desconocida, ni que sus blancas campanitas sean un primor, ni que su delicada fragancia sea como una caricia, es que vino a parar a mis manos la víspera de mi cumpleaños, así que hoy he ido a agenciarme una sin falta para regalármela a mí misma. Porque sí, porque me da la gana y porque chega de saudade, que diría Tom Jobim.
 
 
Mi macetita de muguet, aunque la foto no le haga justicia
 


jueves, 25 de abril de 2013

ECONOMIA SUBVERSIVA VIII


Me pongo el bombín, agarro la sombrilla de colores y me lanzo a otro capítulo de Economía Subversiva atendiendo a la llamada del deber aunque sin malditas ganas.  Que conste que esto no tiene nada que ver con la paliza futbolera que nos han dado los alemanes en lo más granado de la “Marca España”, noticia que, incomprensiblemente, no tiene ningún eco en el dossier de prensa del Colegio de Economistas de Las Palmas, pero de la que me he enterado gracias al señor portugués que me cobra el almuerzo todos los días y que suele exhibir con los clientes españoles una solidaridad ibérica que no nos merecemos en absoluto.

Esto tiene que ver con la majadería de nuestro gobierno de desoír impertérritamente las voces autorizadas que alertan en contra de la política de más recortes y más impuestos en las circunstancias actuales. En serio, ¿se lo tenemos que dibujar o qué? Si hay que hacerlo se hace, pero que sea algo sencillito, algo como la teoría de la servilleta de Arthur Laffer, que además ya está hecho y no requiere conocimientos de física cuántica. El tipo se lo dibujó a un político estadounidense allá por finales de los 70 y triunfó.

Su gráfica viene a ilustrar cómo a partir de cierto punto el aumentar los impuestos disminuye la recaudación fiscal. Si bien es cierto que desde el punto de vista científico su teoría no es tal (y ya puestos, ninguna teoría económica lo es, para qué nos vamos a engañar), no es menos cierto que lo obvio no necesita mucha argumentación.

El siguiente paso, después de asimilar que no se puede estrangular a la gallina de los huevos de oro, es reconocer que todas las gallinas son igual de auríferas, aunque unas pongan (o le echen) más huevos que otras. Llegamos así al tipo de sistema impositivo y a cuestionarnos por qué el progresivo es más justo. ¿De verdad? ¿Quién lo ha dicho? En una sociedad como la española, el que las rentas más altas carguen con tipos impositivos más altos se traduce en lo siguiente: las rentas muy altas, generalmente no tributan aquí, de una forma o de otra se las arreglan para no soltar un chavo, las rentas altas y medias pagan un pastón y las rentas bajas muy poco o nada. Pero sin embargo, los primeros agraciados (y únicos, porque cada vez hay menos a repartir) en disfrutar de los beneficios del sistema, ya sea en forma de acceso a vivienda, de acceso a guarderías, de acceso a enseñanza concertada, de acceso a prestaciones de la ley de dependencia, etc… son precisamente los que menos contribuyen a su mantenimiento. Lo siento pero esto es redistribución de la riqueza al estilo Robin Hood, sólo que, encima, los ricos no son realmente los ricos, sino la sufrida, expoliada y hundida clase media.

A lo mejor algún economista con más tablas que yo (o un filósofo, o un poeta, o un jesuita, no tengo remilgos) puede explicarme por qué es más justo un sistema progresivo que uno igualitario en el que todo el mundo pague el mismo porcentaje sobre sus ingresos. Una tarifa plana de la que no se libre nadie y que haga realidad el dicho de que “hacienda somos todos”. De paso también podríamos acabar con bonificaciones, deducciones, exenciones, diferimientos y demás gaitas eliminando un sistema hiper complicado, (que sólo por su dificultad técnica podría ser hasta inconstitucional), tramposo y mezquino.

Y, por supuesto, hacer lo mismo con las empresas. ¿A santo de qué hay que subvencionarle a la empresa privada sus gastos en investigación y desarrollo, por ejemplo? ¿Acaso la empresa va a ceder al Estado las patentes que su actividad origine? ¿Entonces?

No es tan difícil. Con la información de la que dispone la Administración se puede hallar el tipo impositivo de IRPF e Impuesto de Sociedades que maximice  recaudación y crecimiento dado el nivel de renta del país -teniendo en cuenta también el IVA- y que minimice los estragos en la capacidad ponedora de las gallinas. Igual hasta sobran otros impuestos directos que, a parte de ser redundantes, sólo han servido para irse por la alcantarilla de las haciendas locales (que desagua generalmente en los bolsillos de los políticos y prebendados de las administraciones homónimas). Claro que esto supondría desmantelar el disparate de las 17 sucursales del gallinero o sus innumerables comederos municipales. Luego se quejarán de que las gallinas estén flacas, con tanto viaje.

Pero oigan, que si lo que quieren es seguir recortando, también tengo otras ideas geniales en las que nadie parece haber caído y es que el quijotismo a veces nos ciega, porque, a ver, ¿cómo se entiende que la AECID haya dado 700,000 euros a organizaciones no gubernamentales de Guinea Ecuatorial –un país que está nadando en petróleo- en 2012? Y esto es sólo un pequeño ejemplo de la generosidad transfronteriza que se permite nuestro gobierno mientras aquí se racanea con la factura de los comedores escolares. Casi estoy por pensar que el desastre de la Champions se amañó desde el gobierno para darles una alegría a los pobres alemanes, que tan preocupados están con nuestras cosas. Si es que son unos alarmistas y no se dan cuenta de que aquí estamos tan de puta madre que hasta vamos a seguir subiendo los impuestos. Y olé.

jueves, 18 de abril de 2013

EL CIELO DE ABRIL II


Ahora que ya nadie se acuerda de las predicciones para el año nuevo chino y que se ha constatado el fiasco del apocalipsis maya, ha llegado el momento de recobrar el buen juicio y volver a la astrología de toda la vida, la fetén, la del sistema ptolemáico donde la Tierra es el centro del Universo, la que nunca habría sido proscrita por la Iglesia (de puertas afuera) si Galileo se hubiera tomado la verdad menos en serio.
Porque como muchas veces ocurre, pagan justos por pecadores y mientras la moderna astronomía adquirió carta de naturaleza en las ciencias y una disculpa formal del Vaticano, la astrología se quedó en herejía por los siglos de los siglos amén. Irónicamente, la astrología sigue trabajando con el modelo geocéntrico, pero ni por ésas se libra de la condena de la Iglesia. Para rematar la paradoja, los discursos televisados de Benedicto XVI se hacían con un enorme mapa zodiacal de fondo. Si es que son unos salados.
Pues eso, que andaba yo pensando que como ni el Centro de Investigaciones Sociológicas ni el Banco Central Europeo dan una en el clavo con sus predicciones y además igual no estamos aquí para verlo dados los plazos que manejan me he propuesto simplificar la cuestión y reducirla a un humilde "vale la pena que me levante del sofá este fin de semana?"
Y lo que dicen los astros es esto:
Aries: Con el tráfico planetario que has tenido en tu signo te encuentras extenuado y deberías aprovechar el finde para descansar, pero Mercurio no te da tregua y probablemente decidas que es un buen momento para volver a leer Guerra y paz. Vale, pero que no sea la edición crítica o te recogemos con cucharilla.
Tauro: El Sol irrumpe en tu signo precedido por una diligente Venus.  Aféitate/depílate y sal por ahí, no vas a tener otra oportunidad como ésta para ligar en meses, tú verás.
Géminis: Tienes a Júpiter en medio y te sientes acechado, la tentación de salir por peteneras es mayor que nunca. Es probable que dejes a todo el mundo plantado, pero las excusas que pondrás serán obras maestras.
Cáncer: Te encuentras tan inspirado para el disfrute que cualquier cosa que decidas hacer saldrá de maravilla. (Si te da por cocinar manda un tupperware al blog)
Leo: Con la luna en tu signo a lo mejor te da por ponerte introspectivo. Tranquilo, se te pasará pronto. Saca la tumbona al patio o vete al parque hasta que el sol te derrita las meninges y luego te vas a tomar unas cervezas con los amigos.
Virgo: Si las alergias no han acabado ya contigo probablemente lo haga la medicación. Atrinchérate en el sofá con unas pelis ñoñas y desconecta el teléfono.
Libra: Tu curiosidad va a propiciar que tengas un golpe de suerte este fin de semana, o la buena suerte va a llevarte a una revelación, una de dos.
Escorpión: Te encanta esta época del año pero tienes a Saturno incordiando en tu signo. Tendrás suerte si tu mejor plan es una barbacoa familiar. Anímate, siempre se puede poner a llover.
Sagitario: Con Júpiter en frente la vida te sonríe más que de costumbre. Cuéntanos qué vas a hacer el fin de semana y déjanos ir contigo. Porfa.
Capricornio: No habrá absolutamente nada que altere la rutina de tu fin de semana. Y ahora que lo pienso, tú no necesitas predicciones, por qué estás leyendo esto?
Acuario: Tu madre, tu suegra o tu mujer van a cobrar especial relevancia estos días. Son unas fechas idóneas para una escapada corta en solitario a un destino barato con cualquier compañía low cost alegando una repentina necesidad de retiro espiritual. (El truco es de géminis, no me lo agradezcas a mí)
Piscis: Mira, como no tienes nada que hacer, tampoco te cuesta nada ir a sostenerle la mano a Virgo mientras languidece en su sofá. Y no lo llames porque ha descolgado el teléfono, utiliza la llave que te dió. Si es que eres un pan de Dios.

domingo, 14 de abril de 2013

EL CIELO DE ABRIL

Parecía que no iba a llegar nunca, pero al final la primavera se ha dignado a hacer acto de presencia tras unos tímidos conatos en el mes de marzo de los que ya una ni se acuerda porque quedaron empañados por nevadas y lluvias sin tino.
Pareciera además que la tardanza ha cogido desprevenida a la naturaleza toda, porque los arbustos no saben si florecer o esconderse tras ellos mismos, abochornados por el despropósito de unos brotes retardados a causa de las heladas. Los pájaros no saben si trinar o estornudar, porque el polen ha salido todo de golpe y a traición y las abejas andan despistadas intentando libar cualquier cosa que no sea de color gris.
Esta primavera viene arrebatada pero no con sus habituales ínfulas. Viene cabreada y vengativa porque le han birlado impunemente sus primicias, porque los corderos se han muerto de frío y la lavanda se niega a florecer.
Y de repente el cielo se abre esparciendo luz y calor sobre una tierra agotada esperando que ella obre su milagro de siempre. Casi se la oye gritar: "Te crees que todo esto se hace solo?!"
 
 El cielo de abril, poniendo cara de no tener culpa de nada.

sábado, 6 de abril de 2013

LA EDAD DE LAS TINIEBLAS

No sé si se han dado cuenta, pero estamos peor que en la Edad Media. Y estamos peor porque vivimos otro periodo de oscurantismo en el que parece que se han olvidado las enseñanzas de la Ilustración. No es de extrañar, ya que el siglo XX fué un páramo para el pensamiento donde lo único que germinó fueron los fascismos, dos guerras mundiales y la doctrina del coge el dinero y corre. Y un siglo entero marcado por esos únicos "logros" a la fuerza tiene que resultar involucionista.
 
Y si no, hagamos un repaso. Antes, el señor feudal, administraba justicia como le daba la gana, recaudaba el diezmo, daba permiso para casarse y hacía uso del derecho de pernada, se cambiaba de rey o de bando según soplara el viento, se apoderaba de lo que quería por las buenas o por las malas y, eso sí, defendía a sus vasallos dentro de las murallas de su castillo cuando los malos venían a hacerle la guerra y a arrasar con lo suyo.
 
A poco que uno analice el cuento se da cuenta, je, de que sólo han cambiado los nombres y los tipos impositivos. Al señor feudal se le llama ahora politico sinvergüenza o empresario sin escrúpulos; ese tipo de justicia se sigue llamando igual, porque cuando el chiste funciona, para qué cambiarlo; el diezmo ahora se llama IRPF y ya quisiéramos que se hubiera quedado en sólo el diez por ciento; el permiso para casarse hay que seguir pidiéndoselo al patrón (si quieres disfrutar de las dos semanas de permiso que te tocan, que ahora sustituyen a los cuatro palmos de tierra que cultivar para el mantenimiento de tu familia y del castillo) o en todo caso hay que comunicárselo para que el recaudador lo apunte en su libretita; el derecho de pernada se llama ahora acoso sexual en el trabajo, y aunque está perseguido por la ley se sigue ejerciendo con más ahinco ya que los torneos y las cacerías están demodé; lo de cambiarse de bando ahora es transfuguismo; el expolio, expropiación o embargo en cuenta y lo de proteger a los vasallos ha quedado reducido a proclamar la alerta meteorológica y obligarte a quedar encerrado en casa con los niños, porque además también te cierran los colegios.
 
Pero lo mejor de todo es que para poder perpetrar el engaño con mayores garantías de éxito a la plebe nos han cambiado el nombre por el de sociedad civil. Con esa denominación tan posh se nos quitan verdaderamente las ganas de armarnos de horcas y azadas para ir a ajustarle las cuentas al del castillo, aunque eso no quita para que seamos capaces de elaborar unas pancartas sumamente irónicas y enarbolarlas pacíficamente en la plaza mayor. Las palabras tienen poder, después de todo.
 
Pero hete aquí que el cambio de denominación no ha calado en algunos y se están dedicando a los escraches a diestro y siniestro, comportándose como unos sans-culotte cualesquiera, ignorando su condición de miembros civilizados de la sociedad. Habrá quien los condene por esa actitud cargado de mil buenas razones y habrá quien los justifique con otras tantas, abriendo el tipo de debate que solo arroja más sombras. Y ya ni siquiera quedan nuevos mundos a los que partir para empezar de cero y reproducir el mismo absurdo. Ya no queda sino meditar cómo no bastardear el lenguaje para que las cosas no sigan igual. O poniéndolo en positivo, que es más claro: llamemos a las cosas por su nombre para enterarnos de lo que estamos hablando y podamos resolver el problema.