Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







lunes, 19 de marzo de 2012

TRIPLE SALTO MORTAL EN LA OSCURIDAD

La noticia me ha dejado aturdida: una pareja gana una demanda a un hospital por no haber diagnosticado durante el embarazo el síndrome de Down de su hija. La noticia la acompañaba la foto de una niña angelical de tres o cuatro años con esa condición. Si la foto hubiera sido la del abogado que ganó el pleito, la de los padres o la de la fachada del hospital, probablemente no hubiese caído en lo monstruoso de todo el asunto: el cómo la crueldad cotidiana pasa desapercibida, en este caso  a la sombra de la justicia.
Me pregunto qué explicaciones le darán esos padres a su hija si llega el momento. Algunas personas con síndrome de Down son capaces de obtener un título universitario y muchas de ellas son capaces de desenvolverse en este mundo y descifrar lo que ocurre a su alrededor y les concierne.
El mensaje que están recibiendo todas estas personas en condiciones de captarlo, y como ellas otros seres humanos que han nacido con serias malformaciones, es que su vida es un lastre que hay que evitar a toda costa. La sociedad en la que viven siente un rechazo tan grande hacia ellos que ni siquiera les permite nacer. Y si por un error médico llegan a ver la luz el culpable es castigado con todo el peso de la ley.
Esa es la estima que les tiene una sociedad en la que ellos luchan por integrarse con toda su fuerza y su candor. Sus familias y sus comunidades se ven forzados a hacer auténticos malabarismos intelectuales para convencerles de que eso no es así, cuando ni nosotros mismos atinamos a explicarnos cómo esa sociedad, que formamos las familias y las comunidades, ha acabado siendo una entidad tan extraña y despiadada.
Me pregunto también qué sienten los ancianos y los enfermos que se aferran a la vida con uñas y dientes cuando se debate sobre la eutanasia, cuando se utilizan tantos y tan sesudos argumentos para intentar decidir cuándo es lícito vivir y cuándo no. Me aterra pensar que se legisle sobre este tema, porque en cuanto esta sociedad monstruosa tenga un criterio unánime sobre qué es una vida “de calidad” cualquier otro tipo de vida que no cumpla con los requisitos quedará desatendida y proscrita.
La vida y la muerte son procesos naturales y a menudo oímos decir que la naturaleza es cruel. Por lo visto no teníamos bastante con la metáfora y nos estamos empleando a fondo en convertir la existencia en una atrocidad en nuestro afán por mejorar la vida. De manera que el Homo Sapiens Sapiens, que empezó a caminar derecho antes de ayer y que se ha sacudido todos los yugos morales esta mañana después del desayuno, está esta noche enfrascado en enmendarle la plana a la vida, alterando cuantos códigos genéticos y éticos se le pongan a tiro. Y sin red.


Dedicado a mi padre.

sábado, 10 de marzo de 2012

SÁBADO


Haciendo el vago mientras suena La vie en rose cantada por Grace Jones. Se puede pedir más? Seguro que sí, pero superarlo es difícil. Feliz fin de semana.

lunes, 5 de marzo de 2012

AMORES DALTÓNICOS

Llegó a mi vida con los primeros días cálidos de marzo,  anticipando la primavera. Y verdaderamente ha sido como un renacer. Los días que hemos pasado juntas he vuelto a disfrutar de la caricia del aire en mi cara, de la fragancia de la hierba y de la luminosidad del mediodía.
Mis sentidos se han despertado y todas esas sensaciones me han hecho experimentar de nuevo una libertad alegre como no recordaba desde la infancia. Tengo ganas de cantar o de silbar a todas horas y no dejo de maravillarme del renovado vigor que se ha apoderado de todo mi cuerpo, llevándome a traspasar gustosamente la frontera que separa la fatiga de la extenuación.
En su compañía el tiempo se detiene y da paso al presente perpetuo, al goce máximo del aquí y ahora, donde la fantasía despliega su colorido hasta que la realidad huye sonrojada, donde el desafío es atendido en vez de desoído, donde el único paso seguro es la senda inexplorada.
Fue amor a primera vista, a pesar de lo poco que me gustó el color de su atavío. Su solidez y su elegancia me impactaron tanto que al cabo de unos días me había olvidado por completo del fucsia moteado de dorados que la revestía. De nada valieron los coqueteos de otras mejor engalanadas, ya me había robado el corazón y no pude hacer otra cosa que ir a por ella y llevármela a casa.
Se llama Marie-Antoinette, pero me deja que la llame Toñi. En realidad nunca me ha dicho si le gusta o no el diminutivo y como quien calla otorga la llamo Toñi, decido cuándo salimos de paseo y lo que se compra para la cena aunque lo acabe cargando ella. Y no es que no tenga carácter, porque más de una vez es ella quien marca el rumbo y soy yo quien sucumbe a la inercia de su empuje, lo que ocurre es que no solemos hablar. En parte porque nos entendemos con una mirada y en parte porque se trata de mi bicicleta y no puede.


Dedicado a Lidia. 

Advertencia: Cualquer parecido de esta historia con la de los novios de mis amigas es una feliz coincidencia que solo demuestra que hay una razón para que nos llevemos tan bien.