Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







domingo, 23 de junio de 2013

COMO ESQUIVAR A TU ALMA GEMELA EN DIEZ PASOS


No me malinterpreten. Esto en realidad es una guía de lo que no hay que hacer si uno pretende dar con su media naranja  y conservarla. Lo que ocurre es que el título así no es tan largo y además sirve al propósito de despistar al hado, que es muy cabrón, y siempre nos da dos tazas del caldo que no queremos.

1-Decidir sobre la marcha que la mirada que nos acaban de dirigir es la de alguien con un resfriado. No necesariamente. Unos ojos brillantes y algo vidriosos pueden no tener nada que ver con la gripe ni con la alergia primaveral. Ignoramos el poder que tenemos sobre el ser físico de nuestra otra mitad. Lo que hay que hacer es devolver la mirada de forma directa y confiada y no salir corriendo, a menos que estornude.

2-Ignorar los acercamientos fortuitos. No hay que tratar a todo el que se acerca a pedir la hora, o fuego, o unas señas como al que se acerca a pedir dinero. Puede que incluso no pida nada, sino que ofrezca un comentario banal acompañado de una sonrisa.

3-Confundir las “mariposas en el estómago” con una bajada de azúcar. Si cada vez que le ves notas un repentino vacío entre el esternón y el ombligo no vayas a por un zumo, ni pidas hora en el especialista,  ni sigas buscando. El poder de conmover las entretelas funciona en los dos sentidos.

4-Transmitir rechazo cuando en realidad es todo lo contrario. Justo después de tomarte el zumo te encuentras odiando esos pantalones que no le hacen justicia o el pequeño tatuaje que luce te resulta tan ofensivo como un grafiti sobre la Mona Lisa. En el fondo lo que te molesta es el sabotaje a su belleza, pero eso tu otra mitad no lo sabe (puede que tú tampoco) y se pregunta por qué de repente parece que quieras aplastarle como a una cucaracha.

5-Actuar con premeditación en vez de ser espontáneo. Cuando queremos decir: “un trasero tan estupendo se merece otros vaqueros” deberíamos decirlo y no cambiarlo por: “has hecho ya la declaración de la renta?” En serio, algunos convencionalismos sociales son mucho más rudos que la mayoría de piropos de andamio.

6-No reconocer las señales. Apareció cuando menos lo esperabas, desde ese momento supiste que iba a ser un incordio y de pronto te entran unas ganas locas de "sentirte libre" cuando en realidad siempre has hecho lo que te ha dado la gana. Entonces decides que te mereces ese viaje con el que siempre has soñado y te vas a la otra punta del globo. Pero el tirón sigue ahí y tu atribuyes el malestar al cambio de dieta.

7-Fingir que eres otra persona. Esto generalmente es mano de santo y a veces no requiere ni ser consciente de que se está haciendo. El desconcierto está prácticamente garantizado.

8-Malinterpretar los signos. Justo estabas pensando en esa persona cuando aparece o llama por teléfono, eres capaz de ubicarla inmediatamente en un sitio atestado de gente, la presientes con la misma facilidad con la que la rodilla de tu abuela predice un cambio de tiempo. Y tú lo atribuyes todo a la casualidad (que no existe) o a tu magnífico sentido del espacio (aunque te pierdas dentro de tu casa) y te quedas tan ancho.

9-Convencerse de que el alma gemela no existe. A pesar de haberte sentido toda la vida como un puzle al que le falta una pieza decides que la mitología no hay que tomársela al pie de la letra, igual que la religión, que ya se sabe que a los dioses les gusta gastar esa clase de bromas.

10-Miopía existencial crónica sin diagnosticar. Esto último es de hecho lo que posibilita todo lo anterior haciendo que no veamos más allá de nuestras narices. Por eso conviene chequear de vez en cuando que los ojos del alma funcionan. El tratamiento es a base de fantasía y el único efecto secundario es un puntito de locura apenas perceptible pero necesario, porque es lo que nos da flexibilidad y la capacidad de no rompernos. Ya sé que da miedo. Ese es todo el problema.