Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







jueves, 30 de junio de 2011

MÚSICA CUÁNTICA

Unos dicen que al principio de todo se oyó un Bang. Otros creen que fue un Verbo. Fuera lo que fuera, parece que unos y otros están de acuerdo en la importancia del sonido y su primacía. El sonido tiene poder, derriba murallas, deja su huella en el agua y hace vibrar las cuerdas de un instrumento sin necesidad de tocarlas. Transforma el mundo y hasta puede que sea capaz de crearlo. Pero ¿puede crear vida? Después de oír algunas interpretaciones dirigidas por Gustavo Dudamel estoy por creer que sí.
Hay una sonoridad especial en sus conciertos que mi fantasía se empeña en explicar de alguna manera. La suma de una orquesta magnífica, una partitura sublime y su dirección genial produce algo más que una música  maravillosa. Juraría que mis oídos han captado cómo el mobiliario de la sala de conciertos le hacía los coros a la melodía, como si ni una sola de las moléculas de todo lo que había allí dentro pudiera dejar de vibrar con cada acorde perfecto, incapaz de sustraerse a la magia que concita la batuta de este director prodigioso.
Puede que se trate de una ocurrencia disparatada inducida por una ilusión auditiva. O puede que tal vez la vida esté agazapada en cualquier parte y sólo necesite el sonido adecuado para despertar.

lunes, 27 de junio de 2011

PROMETEO ENCRIPTADO

La informática ha venido a recrear el funcionamiento de nuestro cerebro con más acierto del que pensamos. Los avances en la neurociencia van confirmando el parecido cuando debería ser al revés. Es como si los informáticos se hubieran adelantado a los neurólogos en su intuición sobre los procesos de la inteligencia y la memoria.
Con internet y algunos “misterios de la vida” está pasando otro tanto. Internet reproduce la tela de araña de la empatía humana por la cual todos estamos conectados con todos y nada se mueve en esa tela sin que la vibración llegue al último hilo de su trama. Las distancias no importan y todo tiene lugar en el mismo instante. Existe una conexión entre todo lo que respira en este mundo y la tecnología se ha vuelto a adelantar a la ciencia y a la filosofía en una idea feliz que vuela espléndida y libre sin que nadie se percate de su importancia. Ese entramado del que nos servimos todos los días y en el que operamos de manera inconsciente existe y la prueba de ello es cómo internet lo recrea.
A veces la mano se adelanta al lenguaje, como en una competición por ver cuál de las dos destrezas superlativas del hombre hace ganar mayor conocimiento. Cuando el logro proviene del pensamiento articulado el avance suele ser lineal y progresivo, pero cuando proviene de nuestra capacidad creativa de artesanos, del refinamiento tecnológico, se produce un salto magnífico al vacío hasta que el lenguaje consigue articular una red que sostenga la idea. Esa toma de conciencia es lo que posibilita que nos sea de utilidad y nos ayude a avanzar. Pero hoy día las conjeturas que se permite la ciencia son mucho menos osadas que las ideas que flotan en el aire. No se puede capturar un águila con un cazamariposas. Mientras tanto, nos maravillamos con el espectáculo de verla volar cuando podríamos surcar el aire en sus alas.

lunes, 20 de junio de 2011

SOLSTICIOS

Mis meses favoritos son junio y diciembre. Me gustan las Navidades, su colorido rojo y verde, su olor a abeto y los villancicos de Frank Sinatra. Y me gusta el comienzo del verano, con su tiempo apacible, sus tardes de playa y la noche de San Juan. Pero son también las épocas más conflictivas del año. La familia en diciembre y la campaña de la renta en junio compiten por ver cuál causa un estropicio mayor en la tranquilidad colectiva.
Paradójicamente, no tener familia por la que preocuparse ni rentas de las que ocuparse supondría una indigencia afectiva y material más angustiosa todavía. Podría darse el caso de que la familia no diera quebraderos de cabeza y que un administrador diligente se encargara con eficacia de nuestros bienes. Cuando esto sucede no queda otra que admitir que los Reyes Magos existen y que son los padres, lo cual dice muy poco en nuestro favor a menos que tengamos ocho o nueve años.
Superar estas dos épocas del año con gallardía, a parte de confirmar el potencial mágico atribuido a estas fechas, se convierte así en la prueba más auténtica de adultez lograda y de éxito en la vida. Lo demás, son anuncios para vender coches.

sábado, 11 de junio de 2011

LA PARRILLA DE LAS VANIDADES

Desde que mi madre perdió el sentido del olfato a causa de la gripe tengo el ego por los suelos. No ser capaz de oler nada, a parte de ser un peligro, es un agravio despiadado para el talento culinario de quien se encarga de cocinar en una casa, y esa no es otra que la que suscribe, al borde del colapso creativo por culpa de una tupidera de nariz. Y si todos mis comensales se reducen a la dueña del apéndice taponado, se entiende que mi vanidad sufra la ausencia de elogios y muestras de deleite habituales. Si a esto sumamos que mi contribución material a la vida doméstica se limita a cocinar se comprenderá también la pérdida de sentido existencial que experimento cada vez que entro en la cocina.
Por mucho que me esmere no consigo sino algún que otro comentario amable sobre la textura de las viandas o el colorido de los platos. Es como componer música para alguien que está como una tapia y que te diga que el concierto se ve muy bien en la partitura. No es frustrante, es devastador. Y ha sido de esta manera tan peregrina como he sido dolorosamente consciente de un divismo que no sabía que tenía y, más tarde, del verdadero sentido de la frase “me debo a mi público”. Y es que, más allá del aplauso o la crítica de los otros, más allá de lo que deseamos o tememos de ellos, lo que necesitamos para sentirnos completos es, simplemente, a los otros, alguien con quien compartir lo que de valor podamos tener. Da igual si es un poema excelso o unas lentejas con chorizo. En cuanto a mí, tendré que conformarme con que no me sermonee por el pestazo a tabaco que voy dejando por toda la casa y empezar a esmerarme con la poesía.

lunes, 6 de junio de 2011

MISTERIOS INSONDABLES I

¿Por qué les gusta tánto a los hombres cualquier cosa que suene como un motor? ¿Tienen los oidos taponados o qué? El ruido infernal de un taladro, una lijadora o una motosierra es para ellos música celestial y si encima el trasto funciona con gasoil entonces ya es el paraíso de los sentidos.  Se quejan de lo mucho que hablamos las mujeres y son capaces de estar horas oyendo una máquina sin inmutarse. Lo que les fastidia, en el fondo, no es que hablemos, está claro que el ruido no les afecta, lo que les mata es tener que prestar atención por si les preguntan algo.
Llevo toda la tarde oyendo uno de esos artilugios y ya conozco toda la gama de estridencias que es capaz de producir según la potencia empleada. De vez en cuando se para, pero vuelve a la carga una y otra vez. Es como música aleatoria, pero sin música y con mucha mala suerte. La de no haber sido capaces de inventar estas máquinas con una voz incorporada haciendo preguntas del tipo “¿has chequeado los pilotos de seguridad en el panel inferior izquierdo para el modelo XL700 o en la solapa anterior derecha para el XL750?” o “¿has verificado que las condiciones ambientales de temperatura y humedad son las adecuadas para el modo Megavrrrroummm que acabas de seleccionar?”. O mejor todavía: “¿quieres que hablemos de lo que te preocupa tánto que hace que me hayas utilizado un promedio de 3,5 horas diarias en la última semana?” Seguro que se les pasaba de golpe la pasión por el bricolage sinfónico y la jardinería terminal. Lo que sigo sin explicarme es por qué les gustaba tánto el Coche Fantástico.

miércoles, 1 de junio de 2011

DENTRO DE MUCHO TIEMPO, EN UNA LEJANA GALAXIA...

La nave interestelar Cascanueces III viajaba ruidosamente por el espacio. Sus maltrechos paneles crujían y los contenedores que arrastraba en racimo chocaban unos con otros. En la cabina de mando, la tripulación se afanaba en controlar los achaques de la desvencijada nave y en atender las instrucciones para la descarga.
—Comandante, la nave de recogida nos advierte que dos de los cables de los contenedores se han enredado.
—Pues dejaremos esos dos para el final, y dile a Ronda que se prepare para salir ahí fuera.
—A la orden.
—Ah, Vega, que la acompañe Casia, no quiero que esto nos lleve toda la tarde.
—De acuerdo. ¿Se encuentra bien, señora?
—Me duele la cabeza de oir esa cacharrería todo el día. Quiero un trabajo rápido y bien hecho.
—Comandante, una comunicación urgente por la linea uno.
¿Y ahora qué? Pásamela a los auriculares de mi consola. Comandante Flint al habla.
Hola cariño, ¿podrías pasar por el asteroide X44 de camino a casa y traer un saco de 10 kilos de piroclasto? El que estoy usando no está dando resultado con las begonias del jardín hidropónico.
Marcia, te he dicho que no uses esta linea si no se trata de una emergencia, ¿se puede saber por qué son tan urgentes las...dichosas begonias?
Lo siento cielo, pero en ese cacharro que pilotas es la única que funciona, llevo un buen rato llamando a las otras. La verdad, deberían pagarte más por arriesgar tu vida en él.
Ya me pagan un plus de riesgo. Y no es ningún cacharro, es un clásico de la navegación interestelar que...
...ha visto tiempos mejores, sí, ya lo sé. Oye, y no llegues tarde, tu hija ha vuelto a suspender historia antigua, ha puesto en el examen no sé qué disparate sobre la extinción de los hombres y deberías tener una charla con ella.
Eh..., sí, de acuerdo, no te preocupes, déjamelo a mi ¿vale? Adios.
Comandante, ¿le ocurre algo? Está sudando.
Dime una cosa Hali, ¿cómo se extinguieron los hombres? ¿Qué pasó realmente?
Fue una mutación, señora, pero ocurrió muy rápido, igual que lo de la reproducción por partenogénesis de las mujeres. Aunque hay varias teorías que nunca se han probado.
Ya. Entonces es posible que los muy cobardes salieran zumbando y se escondieran en alguna galaxia lejana, ¿no?
—La de la migración masiva fue una de las teorías al principio, pero...
Ya me vale. Es lo que le conté a mi hija y acabas de salvarme el trasero, al menos por esta noche.
La comandante Flint puso los pies sobre la consola y se recostó en su asiento contemplando la inmensidad del universo. Al fondo a la derecha, una pequeña estrella rojiza centelleó lanzándole un guiño.