Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







jueves, 28 de febrero de 2013

LAS VACACIONES IDEALES


Llega semana santa y con ella el primer reto vacacional del año. No sé cuándo las vacaciones se convirtieron en un desafío ni cómo yo consigo esquivarlo una y otra vez, pero está claro que han adquirido un tinte fatídico muy parecido al de la cuesta de enero o la declaración de la renta. Tienen un algo de inevitabilidad y de oneroso que no remite en absoluto a la bienaventuranza que concitaba la palabra cuando las cosas eran más simples.

Ahora cuando llegan las vacaciones hay que “hacer algo”  y ese algo lleva aparejado salir de tu casa (cuanto más lejos, mejor) y gastarte un montón de dinero. La industria del ocio nos acorrala con mil y una ofertas para no dejar pasar la oportunidad de disfrutar al máximo de esos días sin objeto en el calendario y que de otra manera serían días perdidos.

Entonces nos lanzamos a la busca de la solución que maximice el disfrute con el menor presupuesto posible con todas las energías y recursos a nuestro alcance. Pasamos horas en internet o mareando a alguien buscando combinaciones de vuelos, hoteles céntricos, coches de alquiler, horarios de trenes, guías de restaurantes… Para volver agotados al punto de partida y con menos dinero en el bolsillo.

Debe de ser porque cuando tenía tiempo y  ganas de viajar no tenía dinero y cuando he tenido dinero me han faltado el tiempo y las ganas que he acabado desarrollando la habilidad de disfrutar las vacaciones quedándome en casa y viendo cómo crece el ficus. Es más, la planificación de un viaje me agota y hoy día hay que ser un estratega del calibre de Julio César para tener un mínimo de éxito en la empresa y no hacer el pardillo.

Al final, mis vacaciones ideales no tienen nada que ver con el destino, el clima o la época del año. Tienen que ver con alguien diciéndome: “Cariño, tengo los billetes y la reserva del hotel, salimos mañana, vete a hacer tu maleta” Y que lo único que tenga necesidad de preguntarle sea si meto ropa de invierno o de verano.

sábado, 9 de febrero de 2013

UNA ROSA


No es la huella de un fulgor apasionado

suspendida en el éter donde quedó impresa

Es una rosa

No es el candor aprisionado

en una tierna espiral de terciopelo

Es una rosa

No es un rayo de sol transfigurado

desplegando sus destellos con el alba

Es una rosa

No son amores, ni esperanzas ni alegrías

Ni siquiera rosas rojas, blancas o amarillas

Es el ensueño que alumbra la idea

Es una rosa

Es poesía