Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







domingo, 20 de febrero de 2011

Válgame el cielo

Es lo que debe estar pensando sor María Jesús Galván, más conocida como Sor Internet, tras ser expulsada de su convento después de 34 años de vida religiosa. A medida que van pasando los días se van conociendo más detalles sobre la actuación del arzobispado de Toledo. El chaparrón de críticas en Internet le habrá obligado a dar explicaciones, cosa que le habrá chinchado sobremanera, acostumbrado como está el clero a obrar según sus propias normas. Pero claro, es que esas normas incluyen la caridad cristiana y la decisión del arzobispado se muestra tan despiadada en la noticia difundida por EFE que han hecho parecer buenos a los empresarios que despiden improcedentemente a sus empleados.
Así las cosas y para no ser confundidos con el maligno han explicado que le habían dado la opción de trasladarse a otro convento, pero que ella escogió la secularización y que además no le habían negado ayuda en su nueva situación. Menos mal, no se puede ser tan cruel como para echar a la calle sin más a una mujer de 54 años, sin empleo, sin derecho a paro y con un perfil idóneo para incrementar las cifras del desempleo de larga duración.
Pero este panorama aterrador no parece que haya hecho mella en el ánimo de esta mujer, se ha inscrito como contable en el INEM y está ilusionada con la posibilidad de viajar. Hace falta valor. O mucha fe. O las dos cosas.
Ignoramos mucho de esta historia, pero lo fundamental es que entre la seguridad del convento y la incertidumbre del mundo exterior esta mujer de 54 años ha decidido salir ahí fuera y ser feliz, como asegura que siempre ha sido. Y puede que así sea, la felicidad personal no es una utopía, ni una lotería, ni algo que nos viene dado por carácter. La felicidad hay que trabajársela y en esos 34 años de vida de renuncia a las cosas y a los apegos habrá acumulado una experiencia considerable. Y ese es su mejor activo, no su destreza informática ni sus conocimientos de catalogación. Le deseo toda la suerte del mundo. Y hasta puede que le rece algo.

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