La frase que da título a esta entrada no es mía, ya quisiera, pero a pesar de lo mucho que me gusta por lo atinado de su sentido el tener que recurrir a ella implica que una estridencia ha conseguido hacerse notar.
Es lo que ha pasado cuando me he dado un garbeo por la sección cultural de la edición digital de La Provincia del 25 de septiembre de este año en que, dicen, se acaba el mundo. Ahí se anuncia a bombo y platillo (con permiso de los percusionistas de nuestra querida orquesta capitalina), que la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria vuelve a superar los 1000 abonados. Eso, en una ciudad de más de 380.000 habitantes, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística para el año 2010.
El artículo se abre con el siguiente enunciado: "La OFGC, que preside el consejero de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo de Gran Canaria, Larry Alvarez, ha superado ya la cifra de 1000 abonados para la actual temporada 12-13". La noticia sigue enumerando las ventajas que supone el abono y elogiando el buen hacer de nuestra orquesta. De paso, recalca que "vuelve" a superar esa aparentemente infranqueable barrera de los 1000 (dando a entender que en algún pasado remoto y sin crisis estábamos por encima) y que hay expectativas de que la gran demanda nos lleve a cotas inmanejables de filofilarmónicos.
Me alegro de no estar en el pellejo del consejero de tan redundante consejería cabildicia, porque si lo estuviera tendría que correr a esconderme bajo un muy histórico y patrimonial adoquín de nuestro ilustre barrio de Vegueta tras la pertinente comparación entre número de abonados y número de habitantes de la capital. No le reprocho que pretenda arrayarse un millo, porque es político y es lo que tiene que hacer, lo que no llevo tan bien es que pierda de vista la partitura y dé una campanada cuando le parezca, dejándonos a todos desconcertados y sordos al resto de la melodía.
Pero como el universo necesita su equilibrio y nada queda sin compensación me entero en la misma sección de que el mismo Cabildo que perpetra noticias tan discordantes ha propiciado un ciclo de conciertos de órgano en la isla tras haber financiado la restauración de algunos de estos maravillosos instrumentos. Así que ahora resulta que un mago de Valleseco (que probablemente hable mejor que usted y que yo, ojo) va a tener el lujo de poder extasiarse con la música sacra del barroco sin que nadie lo contabilice y encima de gratis. En fin, que cada cual marche al ritmo de su propio tambor, si es que consigue escucharlo entre tanto ruido.