Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







jueves, 26 de mayo de 2011

VIDA SALVAJE

Mi madre, que siempre llega a comer pasadas las tres, se empeña en almorzar viendo Sálvame. La coartada de esta licenciada en filología inglesa -con amplios estudios de filología hispánica, los cursos de doctorado respectivos, más la diplomatura de magisterio, dos libros publicados y un cortometraje realizado- es que le ayuda a desconectar del ajetreo del día, que normalmente consiste en atender las fincas y/o lidiar con la Administración en cualquiera de sus descentralizadas variantes. Reconozco que esas actividades agotan mentalmente al más pintado, pero ella, en vez de atizarse un wisky como todo el mundo, insiste en torturarme haciéndome oír el griterío chabacano e incomprensible del dichoso programa. Llega incluso a llevar la conversación hacia lo que ha dicho uno o ha hecho la otra, con lo cual me obliga a prestarle atención para no dejarla hablando sola.
Mi estrategia para restablecer cuanto antes la funcionalidad neuronal consiste en cambiar de canal en cuanto se levanta de la mesa y elegir un programa que no me moleste demasiado mientras hago el sudoku del periódico, con lo que termino viendo los documentales de la 2. La cosa estaba funcionando bien hasta hoy. Debe ser que me he quedado muy tocada con los resultados de las elecciones o por algún fastidioso tránsito planetario, pero el caso es que tengo la sensibilidad a flor de piel.
De repente, no me he visto capaz de soportar otra vez la angustiosa carrera de miles de tortuguitas hacia el mar, ni de ver cómo un grupo de orcas consigue separar a un ballenato de su madre tras una hora de acoso para poder comérselo, ni de sufrir la agonía de una cría de elefante debilitado por la sed, por mucho que se salve al final. De pronto, el plató de Sálvame me ha parecido una maravilla de realidad alternativa, una jungla de pega donde todos juegan a enseñarse los dientes y las atrocidades se limitan a los juicios desquiciados y a las patadas al idioma. Lloran, ríen y gritan sin que nadie se haga pupa, se reparten la merienda como niños buenos y aquí paz y en el cielo gloria. Igual va a tener razón mi madre con lo de que ayuda a sobrellevar el día a día. De lo que no cabe duda es de que Terry Pratchett está en lo cierto cuando dice “la naturaleza es cruel, por eso la llaman madre”.


martes, 17 de mayo de 2011

ACTIVISMO EN TIEMPOS REVUELTOS IV

Hoy les presento un nuevo deporte para militantes de base: el buzoneo de propaganda electoral en el medio residencial y rural. Combina varias disciplinas y permite disfrutar de los bellos paisajes de nuestra amada isla, esa gran desconocida (porque miren que hay recovecos).
Para empezar, una buena sesión de estiramientos, que serán necesarios e inevitables durante todo el recorrido. ¿Por qué pondrán los buzones tan alto? ¿Tan mataperra es la chiquillería del barrio?


Ya podemos seguir con la sesión de trekking, ojo que habrá tramos de desnivel pronunciado, pero las vistas son bonitas. Ya sé que el Teide no se ve desde Santa Brígida, pero es más fácil de dibujar que un palmeral entero.


Y por último, cuando ya estamos confiados y con el cuerpo caliente, podemos batir nuestro propio record personal en salto de altura. Una vez más, el mejor amigo del hombre nos ayuda a superar nuestros límites.



Dedicado a mis aguerridos compañeros de UPyD en Santa Brígida y a los carteros del municipio, con cariño y admiración.


sábado, 7 de mayo de 2011

PRIMUM VIVERE

Clara se sentó en una terraza de la playa dispuesta a saborear el mediodía ojeando la prensa y disfrutando de un merecido aperitivo. Por la mañana había limpiado el piso, puesto una lavadora y todavía le quedó tiempo para ir al mercadillo a comprar la verdura y la fruta que su madre le había puesto en la lista.  Se dispuso a olvidar que aún le quedaba por delante hacer la comida,  las declaraciones de la renta de media familia y ordenar el papeleo que se había ido amontonando durante la semana para poder afrontar el lunes sin distracciones ni agobios en su exigente trabajo. Ahora tocaba entregarse al placer de un mediodía en la playa, sin más preocupación que la de acompasar la lectura con la admiración del paisaje y un picoteo. El camarero, un joven con unas anacrónicas patillas y gafas de pasta, apareció oportunamente a su lado.
-Buenos días señora, ¿qué va a tomar?
-Buenos días, tráigame una caña, por favor, y querría también algo para picar.
-Bien, ¿ha decidido ya o puedo tal vez sugerirle algunas tapas?
-Bueno, había pensado en algo de calamar o pulpo…
-Tenemos unos rejos de calamar que son una vergüenza para la especie de lo blandos que están. Sabrosos, sí, pero si quiere entretenerse con ellos, mucho no le van a durar, ¿cómo le diría?, hay esencia, pero la materia es endeble.
-Ya, pues póngame media ración, que quiero alimentar el espíritu y el cuerpo a partes iguales.
-¿Querría acompañarlo con algo de pan con alioli?
-Pues estaba pensando más bien en unas papas con mojo…
-Me temo que sólo puedo ofrecerle unas papas sin ninguna conciencia de clase adobadas con una salsa aburguesada y más bien sosona.
-Vaya, pues entonces póngame unas aceitunas.
-Bien, aunque le advierto que se trata de aceitunas nihilistas, sin hueso, sin pimiento y sin anchoa.
-No se preocupe, ya le daré yo sentido a su existencia.
-Estupendo, ¿la caña la prefiere de cerveza nacional o importada?
-Ah, la dialéctica, ya sabía yo que faltaba algo. Tiene trampa, ¿verdad?
-Me pone usted en un dilema.
-Pues lo dejo enteramente a su criterio, me conformo con que no me la sirva en un vaso de tubo.
-Me está obligando a tomar una decisión ética.
-¿A que fastidia?
-Sobremanera. Nunca pensé que el oficio de camarero pudiera reportarme tantos conflictos teniendo una licenciatura en Filosofía y Letras.
-Ni yo que un aperitivo en la playa me supusiera tanto desgaste intelectual.
-Puta crisis.
-Pero perra, perra.

miércoles, 4 de mayo de 2011

ECONOMÍA SUBVERSIVA V

Cuando el mundo se nos aparece del revés sólo tenemos dos opciones: el desconcierto o hacer el pino. La última no lo soluciona del todo, ya que nuestra vista apunta en una dirección y nuestras manos en otra, de manera que nos vemos obligados a contorsionarnos para no avanzar de espaldas al objetivo o a ir irremediablemente hacia atrás.
En nuestro estado del bienestar resulta que la administración se dedica a financiar proyectos filantrópicos dentro y fuera de nuestras fronteras al tiempo que empieza a proponer el copago en sanidad y la privatización de servicios públicos. No es que se haya olvidado la distinción entre lo público y lo privado, es que ya ni siquiera parecen tener claro sus actores el ámbito de cada cual. Y eso es grave
¿Cuándo y cómo empezó a distorsionarse todo? ¿Cuando los poderes públicos facilitaron la institucionalización de movimientos sociales de solidaridad porque les liberaba de alguna carga? ¿O fue cuando los ciudadanos toleramos que estos mismos poderes públicos se inmiscuyeran en nuestras conciencias y bolsillos premiando determinadas actuaciones?
Tal vez, cuando aparecieron las deducciones en la declaración de la renta por donativos a ciertas entidades deberíamos haber dicho “no, gracias, dediquen ese dinero a evitar que yo tenga que hacer donativos a la Cruz Roja o a Cáritas Diocesana, dedíquenlo a promover las condiciones para que ninguna de esas dos entidades sean necesarias, limítense a cumplir con su mandato constitucional, en definitiva, que de mis asuntos privados ya me ocupo yo”. Pero claro, aceptamos la rebaja encantados y sintiendo que nos compensa de los fallos del sistema, que lo mismo nos deja sin profesor al niño un mes que nos obliga a pagar unas tarifas de teléfono abusivas, por poner solo dos ejemplos.
Y en este acuerdo tácito de compensaciones y contorsiones se olvida el pacto originario y esencial, el contrato social de Rousseau, por el cual cedemos el poder a cambio de garantías de nuestros derechos, no a cambio de pequeñas y oportunas dádivas que individualmente poca cosa remedian y que, lejos de aportar algo al estado del bienestar, sólo consigue mermar sus recursos.
De pronto nos encontramos un buen día con que la ONG de nuestra elección nos ha cargado en la cuenta unos números para un sorteo (Hacienda por lo menos inicia un expediente de recaudación ejecutiva y te avisa) y que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo ha destinado 899.422,00 € a un proyecto denominado “Fortalecimiento del sistema de salud mental en Guinea Ecuatorial”.
La subversión es necesaria, no en el sentido de destruir, sino en el de trastocar, porque ahora mismo lo que debería estar arriba está abajo y viceversa. Hace falta un giro de 180 grados para restaurar el orden y poder recobrar el norte. ¿Seremos capaces de hacerlo después de tanto tiempo agarrotados boca abajo? Una cosa está clara: cuanto más tardemos, más nos dolerá.