Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







lunes, 4 de mayo de 2015

MAS PLATON Y MENOS ARISTOTELES


Los griegos no sólo lo dijeron todo sino que nos formatearon el pensamiento de forma decisiva. El método científico, heredero de la lógica aristotélica, se ha autoproclamado como la vía única al conocimiento y las verdades que desvela como las únicas dignas de tal nombre. No voy a disputar los logros que este sistema ha propiciado, es solo que decepciona lo lejos que aún estamos, a pesar de tanto y tan rápido progreso, de alcanzar el fin último de toda filosofía, que no es otro que el de la felicidad.

Los griegos nos convencieron de que esa meta solo se alcanzaba a través del conocimiento y, como ellos, prácticamente todos los filósofos posteriores ensalzan los placeres del intelecto por encima de todos los demás. Y nos lanzamos armados de tubos de ensayo, telescopios y aceleradores de partículas a descifrar todo lo que nuestro universo alberga, haciendo avanzar la frontera del mundo conocido cada vez más allá. ¿Pero lo conocemos de verdad? Si sólo se ama lo que se conoce, ¿a qué tanta crueldad y tanta destrucción enloquecida?

Los poetas (sobre todo los místicos), que siempre han ido por libre y han pasado olímpicamente de la lógica, prefieren darle la vuelta al adagio y pensar que es el amor lo que ilumina el conocimiento, y que la mirada amorosa –atenta, respetuosa, maravillada- es más eficaz para descubrir la esencia, la verdad del objeto de nuestra fascinación que desmenuzarlo hasta que ya no queda nada del original o hasta que nos enredamos en cualquier dilema a los que tan proclive es nuestra mente cuando no tiene nada mejor que hacer.

Tal vez sea hora de volver a leer a los griegos –que también eran poetas- con atención y a la luz del psicoanálisis y nuestros propios sueños, pero sólo para después desecharlos y empezar a amar el mundo con abandono. Puede que incluso descubramos que lo que queremos saber y lo que necesitamos comprender no son necesariamente la misma cosa.