Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







martes, 11 de marzo de 2014

UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Todavía hoy hay controversia sobre la correcta etimología de la palabra religión, así que no hay que asombrarse de que tampoco haya acuerdo sobre cuál es el dios verdadero. Yo me suelo tomar estos barullos conceptuales como una invitación formal al sincretismo subversivo y a desarrollar mi propia fantasía sobre la cuestión, de manera que elijo quedarme con los significados que más me plazcan para construir mi teología particular.
Es así como he llegado a atribuirle a la religión el sentido de "unir las cosas", entendiendo por cosas todo lo que hay en el universo. Lo que las une y nos conecta a todos con todo puede llamarse dios, carbono, ley de gravitación universal, inconsciente o ley del karma, por ejemplo. Sin entrar en detalles de cuál creo yo que es el pegamento (aún lo estoy decidiendo) sí que puedo afirmar que para mí una experiencia religiosa no es sino la celebración de esa unión y eso fue precisamente lo que viví la semana pasada en un concierto.
Lo organizaba una fundación en favor de personas con discapacidades psíquicas en colaboración con otras entidades y, sobre todo, con la complicidad de los músicos del Ensemble Hope, a cargo de quienes estaba el concierto y que además estrenaban obra.
Un estreno es siempre algo especial. La primera vez que salen al aire las notas de una composición ante una audiencia es algo que tengo categorizado como algo parecido al nacimiento de una estrella, obviamente a mucha menor escala, pero impregnando el éter y alterando el cosmos de igual forma. El concierto por sí solo habría bastado para consagrar esa hora y media de una tarde de marzo, aunque la primicia le dió aires de solemnidad mayor, pero eso no fue todo.
Entre el publico había unas cuatro o cinco personas con discapacidades psíquicas y alguno se hizo notar más de una vez a lo largo del concierto, tal vez intentando cantar o tal vez intentando comunicar algo. El caso es que descubrí que no perturbaban el ambiente más que los que tosían de vez en cuando y que sí eran totalmente conscientes de lo que hacían aunque tampoco tuvieran ningún control sobre ello. Y entonces caí en la cuenta de lo acertado de la iniciativa, de la pertinencia y la necesidad de que esas personas estuvieran en aquella sala, participando. En un evento organizado en su beneficio para poder seguir trabajando en su integración qué sentido tendría excluirlos?
Al final del concierto, todos estábamos felices y yo salí de allí sintiéndome bendecida por más de un motivo.