Hacía tiempo que lo sospechaba pero ahora estoy segura. Existe una conspiración internacional de lavadoras y secadoras para minar los cimientos de la civilización mediante una purga selectiva de las expresiones más logradas de nuestra sofisticación indumentaria : la ropa interior.
Llevo dos semanas en Ginebra y ya he perdido una braga y un calcetín. Cualquiera sabe en qué lugar del mundo o del universo aparecerán pero lo cierto es que yo voy a tener que pasarme sin mis calcetines de la suerte y la desazón que eso me provoca puede tener unas consecuencias tan imprevisibles y catastróficas como las del efecto mariposa.