Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







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viernes, 26 de julio de 2024

El circo de la carpa morada

 "Mujer, eres una víctima impotente.

Hombre, eres un asesino maltratador y violador. 

Y que no se os olvide mientras estáis lejos de la tele"


La difusión de este mensaje ultrajante y venenoso es la principal función que cumplen los infames puntos violeta. Una afrenta a la ciudadanía sufragada con dinero público. Pagamos para que se nos insulte. El universo ficticio y virtual de todas contra todos y viceversa se materializa en toldos y carpas financiados por nuestros ayuntamientos.

El problema no es que la política esté corrupta y llena de vividores. El problema no es que paguemos impuestos para financiar majaderías con las que alimentarlos. El problema es que nos injurian y denigran a todos por igual y esa es la única igualdad que les interesa a los cínicos que nos gobiernan.

Nosotras las mujeres no somos unas doncellas estúpidas e inútiles que necesitemos supervisión, ni ser apoyadas, ni aconsejadas, ni acompañadas por otras hembras de la especie aparentemente desprovistas de esas taras. Y ellos, los hombres, no son unos criminales de la peor especie, son nuestros padres, hermanos, tíos, primos y amigos con los que convivimos y a los que amamos y respetamos.

Esto ha ido demasiado lejos y no se arregla votándole a nadie. Se arreglaría, tal vez, exigiéndole a los ayuntamientos que dejen de insultar a sus residentes y visitantes cada vez que se reunen pacíficamente en la calle o en las plazas. 

Yo no voy a empezar ninguna campaña de recogida de firmas porque para quemarme en esa pira me falta la motivación adecuada. No tengo hijos ni hijas que justifiquen semejante sacrificio, ni tengo ya toda la vida por delante para contribuir a un futuro mejor para mi misma. Me tengo que conformar con el derecho al pataleo porque si no lo suelto reviento.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Entregando el alma

Recibo un correo de mi hermano haciéndome una pregunta muy simple y además tres propuestas de contestación muy pertinentes al contenido de la cuestión, cortesía del servicio de mensajería que, en sus esfuerzos por hacerme la vida más llevadera, no se limita ya a analizar el contenido de mis mensajes en busca de amenazas para mi privacidad, mi seguridad y la del mundo civilizado sino que me proporciona ese servicio extra y además gratis. Debería estar encantada y agradecida pero lo que estoy es mosqueada y sobrecogida.

Y es que da miedo constatar la normalidad con la que asumimos cómo los derechos fundamentales van quedando uno tras otro en papel mojado. La inviolabilidad de las comunicaciones personales era uno de ellos. Me dirán que exagero, que un robot que analiza el texto no puede causarme ningún daño moral, pero Google ya admitió que su personal también analiza algunos correos como parte del control de calidad de sus sistemas automatizados.  Supongo que lo que me pasó con el traductor de Google al traducir una canción popular del finés al español se debió a uno de esos momentos en que un humano toma el mando para hacer un control. Sólo así se explica que el mismo estribillo –que literalmente no quería decir nada- fuese dejado sin traducir salvo al final, donde se añadió la frase  “vamos a joderme  a la mierda”, que aun con una sintaxis maquillada de robótica no puede negar su autoría humana.  Y lo peor es que casi me alegro de que sea así. Un humano ofensivo no es tan espeluznante como un robot rebotado al más puro estilo cavernícola.

Pero, volviendo al asunto de los derechos, salvo las sugerencias de respuesta automática de mis correos no he detectado ninguna mejora sustancial en mis devaneos cibernéticos desde que se aprobó la nueva ley de protección de datos. Si acaso un empeoramiento porque ahora en todas las páginas tengo que darme por enterada de que me van a infestar de cookies el ordenador para “proporcionarme una mejor experiencia de navegación”, porque a eso se reduce ese consentimiento desinformado. La única salvaguarda es para el que va a manejar esos datos y la concedemos graciosamente, sin caer en que el derecho a la intimidad se devalúa a base de regalar esa privacidad  a cada golpe de ratón. Pronto pediremos que nos pongan un chip, aunque solo sea por ahorrarnos la fatiga y la ansiedad de crear y recordar tanta contraseña y entonces estaremos definitivamente acorralados. Ya puestos también podemos devolverle a Prometeo el fuego divino porque a este paso no nos va a hacer ninguna falta. Igual pica y hasta podemos exigirle responsabilidades, porque lo que es a Google y compañía solo podemos arrancarles sentidas disculpas por la inconveniencia, las multas millonarias se las embolsan contrincantes de su talla. Veremos cómo les va a los franceses, que no tienen ningún complejo de inferioridad -au contraire- y han decidido demandar colectivamente al gigante a través de una asociación de consumidores reclamando mil euros por conciencia ultrajada. Digo yo que el temor a una condena en costas en caso de perder les habrá hecho refrenar el ánimo porque si no no se explica tal comedimiento.

Todo ese celo con que los estados y las grandes corporaciones velan por la seguridad y la transparencia tiene visos de dirigirse a la creación de una sociedad de seres éticamente perfectos, o por lo menos honrados por defecto, porque no habrá posibilidad real de delinquir. Seguros, transparentes y sin necesidad del libre albedrío -porque no habrá opciones donde ejercitarlo- solo nos quedará el poder mentir para demostrar que no somos robots (o al menos para probar que no somos del todo estúpidos) y para proteger la desnudez de nuestra verdad, que luego dirán que vamos provocando, con todas las ideas al descubierto. Así, en el entrampado legal en el que vivimos nadie estará libre, por ejemplo, de perpetrar un delito de odio al menor descuido, incluso contra uno mismo, si es que no está pasando ya. Pero a lo mejor tenemos suerte y este sistema implosiona antes de llegar a ese mundo “perfecto”, porque no se puede estar prohibiendo una cosa y su contraria sin crear inconsistencias inmanejables. Solo un humano es capaz de convivir con el absurdo, los sistemas en cambio se bloquean.

Entre tanto, mientras reseteamos una y otra vez todo el tinglado, a la espera del ordenador cuántico que le dé sentido a todo de una vez o del bofetón que nos despierte de la pesadilla, seguimos obviando el problema de los derechos. Tal vez, me temo, porque ha perdido relevancia frente a otro problema mayor y más acuciante: el de dilucidar qué es ese ser humano sobre el que se postulan los derechos. O resolvemos el dilema y blindamos la integridad de la condición humana o no habrá límite para los potenciales estropicios de una inteligencia artificial desprovista de una ética a la medida del hombre. La filosofía se ha vuelto a poner de moda y no es un hecho casual ni el fruto de una sociedad hedonista con tiempo para perder pensando en las musarañas, es cuestión de mera supervivencia.  La de la especie humana, nada menos. Porque el verdadero peligro inminente no es que las máquinas nos aniquilen, sino que la esencia de lo humano, además de escurridiza, resulte irreconocible. 


Publicado en La Provincia Diario de Las Palmas el 24/07/2019

jueves, 17 de enero de 2019

Entre el bulo omnipresente y la verdad premium

Llamémoslo coincidencia, pero el caso es que en el mismo día he venido a saber de la existencia del consorcio The Trust Project y del escándalo de Der Spiegel.  Como no creo en las casualidades he decidido tomármelo como una invitación de las musas a reflexionar sobre el efecto que  ambas piezas de información pueden tener en mi forma de ver el mundo. Otros ya se han apresurado a vaticinar que voy a perder la confianza en la prensa seria y que en mi delirio inducido por las fake news correré a votarle a la extrema derecha. Pero yo, que me conozco, no estoy tan segura, así que permítanme que discrepe y desde las filas de la masa aborregada a la que me adscriben explique lo  que de verdad se me está pasando por la cabeza.

Pretender estar bien informada de todo lo que pasa en el mundo es una idea que deseché hace mucho tiempo como una fantasía megalómana. Además, no creo que haya un ente capaz de producir y hacer accesible a diario un dossier de prensa semejante ni cuerpo que lo resista. Tampoco tengo ninguna necesidad. El no saber con precisión qué se cuece en los mercados internacionales y otros centros de poder  planetario no va a hacerme perder un negocio billonario o un país o la oportunidad de colonizar Marte.  En el peor de los casos puede hacerme perder en algún concurso de la tele en el apartado de actualidad financiera internacional, pero ni ese riesgo corro porque no me he apuntado a ninguno.

Si prosigo cerrando el foco sobre los asuntos que tienen relevancia para mi “toma de decisiones informada”, que es algo que  me exigen ahora los mismos que me presumen borrega, resulta que conocer el perfil de los votantes de Trump en un pueblo de trece mil habitantes en Minesota no tiene ningún valor. Eso no quiere decir que no me sienta estafada si, teniendo un interés genuino por las peripecias existenciales de esos individuos, descubro que el reportaje por el que he pagado es un invento. Pagar por mentiras cuando ya las tenemos gratis en internet es un lujo que muchos no nos podemos permitir.

Pero la primera decisión que tengo que tomar y de la que depende si escoro a España  al caos o a la salvación es si pago por  la verdad presunta que necesito consumir o si me tomo la trabajera de escarbar en la red hasta que encuentre algo de apariencia más o menos saludable corriendo el riesgo de equivocarme. Aquí es donde entra The Trust Project dándomela ya seleccionada, masticada y envasada con su sello de calidad y todo. La digestión la tendré que hacer yo, eso sí, y podrá ser más ligera o más pesada, pero tendré la certeza de que no me va a intoxicar. Y para garantizar la salubridad del producto que me quieren vender le dejarán la ejecución del control de calidad último a un algoritmo carísimo fruto de los desvelos de un grupo formado por una institución jesuita, los capitostes de los medios más influyentes, millonarios preocupados,  Google, Bing  y otros expertos en la verdad con mayúsculas.

Lo fascinante del caso es que el lanzamiento de su producto coincide con el momento en que se invierte la tendencia deficitaria del periodismo digital y hay cada vez más gente predispuesta a asignar más valor a una verdad de pago que a una gratis y que, puestos a pagar, prefieren hacerlo con garantías. Y hete aquí que ya hay muchas verdades perfectamente posicionadas y diferenciadas de las de la competencia con un marchamo de calidad indisputable y un logo resultón. Como estrategia empresarial es brillante, por no hablar de la visión que les ha llevado a acertar teniéndolo todo preparado y a punto justo cuando cambia la marea, pero a mi sigue sin conminarme a nada, si acaso me reafirma en la creencia de que un buen marketing es indispensable cuando se trata de materializar intangibles y que no hay nada más esficaz para asignarle valor a algo que atribuirle un precio.

Al final, seguiré haciendo lo de siempre, seguiré confiando en que la prensa local tiene más difícil darme gato por liebre respecto a lo que ocurre en mis cercanías, seguiré leyendo a algunos articulistas patrios que llevan mucho tiempo ayudándome a desenmarañar la realidad con sus análisis y de cuyo criterio he aprendido a fiarme, seguiré confiando en que probablemente hay más integridad de la que nos quieren hacer creer y tendré muy presente que fue otro periodista , no un algoritmo, el que descubrió la impostura en el semanario alemán y, sobre todo,  que su nombre no es Santiago Abascal sino Juan Moreno. Todo esto lo puedo seguir haciendo gratis mientras dure y no me falten la paciencia, la pericia o el tiempo para sortear las trampas de la red. Y seguiré comprando ocasionalmente algún periódico solo por darme el gustazo y tomarme un respiro de tanta responsabilidad.

 

Publicado en La Provincia Diario de Las Palmas el 24/02/2019


sábado, 9 de septiembre de 2017

SOCIEDAD DE VALORACIONES S.A.




No hace mucho una filósofa me sorprendió afirmando que ética y estética son en el fondo la misma cosa. Decidí aparcar el asunto porque estaba demasiado ocupada para enfrascarme en algo que prometía mucha investigación y reflexión. Pero a veces la realidad te zambulle en aguas profundas sin darte tiempo a coger bastante aire y te obliga a encontrar rápidamente el camino hacia la superficie. Como atajo no está mal, pero yo hubiera preferido ahorrarme el trauma del agua helada y la sensación de ahogo en mi camino hacia la iluminación.


Y lo que he concluido, tras emerger casi sin resuello, es que los valores éticos y estéticos van irremisiblemente de la mano, no podemos desligar nuestra percepción de lo bueno de nuestra percepción de lo bello porque ambos juicios son hechos por el mismo sujeto pensante, que conforma sus juicios en concordancia con lo que conoce, con lo que considera verdad. Cuanto más se ajuste algo a esa verdad tanto mejor o más bello será, de manera que no podemos concebir algo bueno que sea feo, ni algo malo que sea hermoso.


Podemos fantasear todo lo que queramos con la contradicción malo/hermoso o bueno/feo, inventando símiles ingeniosos o recurriendo a la “justicia poética”, que no es sino una segunda injusticia sobre una injusticia originaria, pero en algún momento hay que enfrentar esa contradicción, el proceso dialéctico lo requiere si no queremos quedar atrapados en ella, confundidos o indolentes ante nuestra propia perplejidad.

Y es que la contradicción es la prueba del ácido para nuestro criterio, para evaluar si lo que consideramos verdad y con lo que estamos midiendo todo lo demás es correcto o no. Si tenemos suerte y el suficiente coraje es ahí donde admitimos que nos faltaba tal o cual pieza de información, o que estábamos totalmente equivocados, y resurgimos con un conocimiento más perfeccionado, con una síntesis que nos ayuda a mejor comprender, con una verdad propia más capaz de mejor servirnos de criterio.

El trauma que propició mi esclarecimiento arrancó cuando supe del caso de la empleada de Tinsa. Como no era poca la conmoción  causada por su atroz comentario en seguida se vino a sumar la del no menos atroz titular -con foto incluida de la ahora ex-empleada- de un medio de comunicación refiriéndose a ella como “esta cosa”. La redacción del medio en cuestión –que es quien firma el titular- ha dejado bien claro en el mismo su escala de valores -su verdad para juzgar la realidad- con su patente adhesión al criterio ético/estético siguiente: las gordas son feas y malas.

Una proposición aberrante que me persigue implacable desde hace dos días y que ha abierto la puerta a comentarios no menos indeseables que la gente publica haciendo el mismo alarde de falta de pudor que la susodicha y que el medio en cuestión permite sin ningún tipo de cortapisas. Imagino que por la simple regla de tres que dice que “si ella puede decir barbaridades, nosotros también” (pero desde el anonimato, no vaya a ser que nos despidan, o desde la redacción del medio, que no se puede despedir a sí misma). Pero se equivocan. En este estado de cosas nadie está a salvo. Ni ellos, ni usted, ni yo.

 

jueves, 27 de julio de 2017

CARTOGRAFIA INUTIL PARA NAVEGANTES DE TIERRA ADENTRO


Acabo de cancelar una cuenta bancaria que tuve durante muchos años en una oficina de la calle Don Pedro Infinito. Clausuré también un capítulo de mi biografía. Nunca me sentí cómoda en el barrio aunque sus gentes me inspiran un profundo y asombrado respeto.  Hoy aprendí que el nombre de la calle en la que tuve que trabajar y que ya no me veré obligada a pisar por estar en ella esa sucursal bancaria viene de una comedia de Galdós titulada Celia en los infiernos. Supongo que no es casualidad que mi particular descenso al Averno coincidiera con la etapa en que tuve que transitar el callejero de las penurias galdosianas.

Fueron años de mucho Tormento, bastante Voluntad, algo de Misericordia y muchísima -demasiada- Realidad. Para mí, que siempre he tenido un pie en el país de las hadas, no hay nada más aburrido que una sobredosis de cordura, ni nada más limitador de la felicidad que la sensación de que la creatividad es una extravagancia y un lujo que no te puedes permitir. Pero cuando las cosas se tuercen toca tirar del otro pie, el anclado en el basalto ancestral, para no dejarse arrastrar por la corriente, el vendaval o “lo que surja”. Primero sobrevivir y luego filosofar, si hay tiempo y energía. La sofisticación de los apetitos ni se concibe porque bastante hay con domarlos, especialmente cuando no hay mucho con qué satisfacerlos. Y esa ausencia de sofisticación se traduce en todo, desde la indumentaria hasta el lenguaje, con el único filtro de la limpieza y el decoro, que no es poco. Todo eso me tocó aprender y valorar en los años que duró mi conexión con un barrio que sin aspavientos ni victimismos ha mantenido su dignidad y le ha dado a la ciudad muchos campeones en esa lucha.

Los pobladores originarios de la zona eran gentes de la cumbre y su idiosincrasia ha permeado el talante del lugar. El cumbrero desde su atalaya observa los confines de la tierra y no se deja inmutar por las mareas que baten la costa. Ni le llega el ruido de los cantos rodados o de sirena ni le interesa, como tampoco le interesa, tradicionalmente, el pescado que venden abajo a menos que venga en salazón. Desconfía, pero también ayuda al vecino si puede, que los inviernos arriba son duros y las lecciones del campo se traen sabidas y no se olvidan así como así. Una de ellas es la de saber estar a las duras y a las maduras, una resignación práctica que no tiene tanto de rendición como de aceptación sosegada de los ciclos y de saber que cuando no es tiempo de una cosa lo es de otra, lo cual ayuda bastante a dirigir bien los esfuerzos y no perder el tino. Porque un agricultor que se dedica a escribir poemas al rocío de la mañana invocando al agua en vez de limpiar la acequia para cuando llueva se arriesga a perder la cosecha futura. Por no hablar de la depresión que vendrá después, el reverso tenebroso de la misma fuerza que le llevó a escribir los poemas y que acecha a los incautos ante cada gaje del vivir. Debe ser por esto que las gentes del campo, sabias y cultas en lo suyo, tienen el lirismo limitado a las canciones aprendidas de sus mayores y la imaginación reservada para improvisar versos cuando toca cantar y lucirse en las fiestas.

No suelo tener pesadillas, pero uno de los sueños más desasosegantes y recurrentes que recuerdo es  uno en que empiezo subiendo la calle Mayor de Gracia en Barcelona buscando una dulcería para acabar desnortada y confusa en Schamann sin saber dónde había dejado el coche. Supongo que el sueño me alertaba de lo que me esperaba allí: estrecheces, tanto materiales como de miras, sin una pizca de realismo mágico que llevarme al magín, sólo la realidad dura de la lucha por mantener la dignidad. Sin cosmética ni artificios, sí, pero también sin fantasía y sin ángel. La aspereza de esos años justificó de sobras la inquietud que el sueño me producía. Había que estar alerta y no perderse, ni perder el vehículo de mi libertad, que no era otro que la fantasía creadora, no el Polo maltrecho que conducía entonces. Con el tiempo cambié de coche y de lugar de trabajo, pero la deuda con ese banco me mantenía anclada en el recuerdo de un pasado poco grato.

Hoy ya puedo empezar a reconciliarme con esa memoria y con un barrio que no se merece el estigma de su callejero. El hombre del campo que hizo su casa en la Ciudad Alta poco o nada tiene que ver con el costumbrismo paleto que recreó Galdós en las obras y personajes que dan nombre a muchas de sus calles. Guanarteme se llevó a los héroes de los Episodios Nacionales, pero Pedro Infinito, el cabalista loco que nunca existió, le da nombre a la calle principal del barrio más cabal y menos dado a chifladuras de toda la ciudad. Menos mal que les dejaron a Agustina de Aragón, que sin ser un personaje galdosiano viene a compensar tanto despropósito en un alarde de resistencia heroica. Por algo la habrán puesto ahí, quiero creer que por justicia poética.

 

domingo, 2 de julio de 2017

LA ETICA DE LA PICONERA







No hace mucho me embarqué en un curso online sobre ética de la Universidad de Lausana, creado por dos miembros de su facultad de empresariales y económicas, uno profesor de ética empresarial  y el otro de teoría de decisiones. El título del curso era Unethical decision making in organizations. Parecía interesante y me moría de curiosidad por saber a qué clavo ardiendo se iban a agarrar los directivos de las organizaciones en un mundo devastado por la codicia sin escrúpulos que la “nueva economía” nos legó. Un páramo ético donde ni las flores del mal osan brotar porque hasta para ser malo, lo que se dice malo, hace falta inteligencia y ponerla al servicio de los valores contrarios a los que proclamamos como buenos. Y algo de eso hay, pero la mayor parte del problema es fruto de la inconsciencia, sabiamente explotada por los malos de verdad.


El huracán de capitalismo salvaje que se desató en los ochenta (la única regla era que no había reglas, ¿se acuerdan?) mandó a paseo los valores y se centró en la estrategia de ganar dinero a cualquier precio. El colapso de este desenfreno llegó allá por 2009 y todavía no nos hemos recuperado. Hasta aquí la nota histórica, por si me está leyendo algún menor sin filtros parentales.


Hoy se ha invertido la tendencia, lo de hacerse asquerosamente rico de la noche a la mañana y pregonarlo con orgullo ya no se lleva, ahora vuelve a estar de moda la modestia y lo que se busca de cara a la galería (porque de puertas adentro sigue siendo el dinero) es respetabilidad. Cualquier organización que se precie, a parte de una visión y una misión, tiene que tener una política de responsabilidad social, aunque se limite a patrocinar al equipo de balonmano del barrio, el caso es ser percibido como un benefactor de la comunidad y hacerse perdonar lo de ganar dinero, que ahora es de muy mal gusto y sólo lo hacen los criminales.
En un contexto así urge encontrar la forma de evitar a toda costa la mala imagen que un fraude, malversación, abuso o enchufismo puede acarrear, pero como los humanos somos como somos y no tenemos remedio -al menos en el corto plazo(*)-  la solución pasa por blindar a las organizaciones con un sinfín de protocolos, medidas, contramedidas, decálogos, comités y auditores contra las decisiones desacertadas de los mismos humanos que las manejamos. El mecanismo no es nuevo, se llama burocracia y está comprobado que funciona. De una manera perversa, pero funciona. Aunque sólo sea por la dificultad añadida de tener que sortear todo el laberinto administrativo.
Pero me estoy desviando. Las organizaciones, por mucho que les demos una personalidad jurídica, un número de identificación fiscal, estatutos y decálogos éticos no tienen alma. Ni sienten ni padecen ni se avergüenzan de su comportamiento. La ética solo atañe al ser humano, al que toma las decisiones, correctas o incorrectas, a sabiendas o no. Y es aquí donde reside la novedad en el enfoque que el curso preconiza. Un enfoque que todavía me tiene perpleja. No soy capaz de decidir si es un producto de la psicología new age, cargado de comprensión y amor universal, o un intento sibilino de excusar lo inexcusable y echarle la culpa al sistema (chivo expiatorio de primera opción allá por los setenta, cuando la crisis del petróleo y el reflujo de los sesenta dejaron al descubierto los estropicios de un desarrollismo mal planificado).
El curso pretende alertar sobre cómo el contexto de la organización (con la fuerte presión que puede ejercer) y la estrechez de miras pueden llevar a personas honestas y con principios a actuar de forma poco ética. El énfasis se pone no en las “manzanas podridas” sino en las sanas y explica divinamente las mil y una formas en las que éstas se pueden malear. Desde el miedo a las represalias hasta el efecto perverso de las rutinas pasando por la presión de los pares y el mismo estrés, ejemplificado con famosos estudios de psicología y sonados casos empresariales, todo se reduce a explicar cómo surge lo que ellos denominan ceguera ética.
Hasta aquí todo muy bien. El problema lo tengo en la forma de tratar un caso de corrupción bajo este enfoque. Y es que el concepto de ceguera ética me parece sumamente peligroso, por mucho que sea acertado. Convendría buscar otra manera de llamar a la causa de tales errores, de otra forma lo que se propicia es eludir la responsabilidad con el apoyo impagable del lenguaje y su carga emocional.
Porque no es lo mismo decir  “te has portado como un sinvergüenza” que “has sufrido un episodio de ceguera ética” o mejor todavía: “eres VICTIMA de un caso severo de ceguera ética”, que podría llegar incluso a un “perdónanos por haberte forzado a traicionar tus valores, toma tu indemnización, tu incapacidad permanente por enfermedad profesional, una pluma de regalo y no nos demandes, por favor”. Y aquí lo único que ha pasado es que la organización no ha sabido prever o corregir las anomalías y el causante del estropicio se queda tan ancho y se va cantando aquello de  por tu culpa culpita yo tengo negro negrito mi corazón…


(*) lo que dura una legislatura (cuatro años) o la revisión del interés de la hipoteca (un año), horizontes temporales que no dan ni para empezar a enseñar a hablar a un niño con propiedad, conque quítame allá lo de transformarlo en ciudadano si no lo trae aprendido de casa cuando se incorpora a la polis



sábado, 4 de julio de 2015

MASA CRITICA

Estoy encantada con los resultados de Podemos tras las últimas elecciones. Viene a demostrar que la sociedad española no lo ha dado todo por perdido y que ha tomado en sus manos el hacer algo al respecto de la situacion descorazonadora en la que andamos metidos. Al margen de lo que pueda terminar ocurriendo el avance ha sido gigantesco y nos marcará para bien.

A pesar de lo que todos ya sabemos sobre la realidad socio cultural de nuestro país no se puede ignorar que hay muchísima gente que ha tenido, a lo largo de los últimos 50 años, acceso a la educación. Con todos los defectos del que el sistema ha padecido desde el principio hasta nuestros días, no cabe duda de que ha existido y de que a muchos les ha aprovechado y en ese sentido la población de entre 40 y 80 años es de lo mejorcito que ha visto este país en lo que a formación y criterio propio se refiere.

El azar o la divina providencia ha querido que esta circunstancia excepcional concurra con otra que no es sino la del surgimiento de un genio político, de nombre Pablo Iglesias. Podrá terminar siendo o no el diablo con coleta del que hablan sus detractores, pero ha logrado movilizar y canalizar una conciencia ciudadana a punto de caramelo para un desafío a su altura. UPyD supo detectar el fenómeno incluso antes de que apareciera en escena el movimiento de indignación colectiva y sus resultados de movilización fueron notables, mucha gente venció el miedo, el pudor y hasta el repudio que involucraba "meterse en política" y ese fue el primer paso. Pero lamentablemente sus líderes estaban anclados en modelos viejos que no se superaron, no se si por falta de ideas o de coraje. O simplemente por cuestión de justicia poética y de tener que oficiar el papel de chivo expiatorio para reconciliarnos con nuestro ethos político, si es que algo así existe, que no me sorprendería.

Y entonces llega Pablo Iglesias y arrasa. Su mayor éxito no está en el número de alcaldes, présidentes, concejales y consejeros que haya obtenido el partido. Está en el número de votantes y candidatos al que se le ha brindado la oportunidad -y la han tomado- de demostrar a las claras y por las buenas que no tienen ningún miedo y que están dispuestos a participar activamente en un proyecto común, abarcativo y esperanzador.

sábado, 26 de octubre de 2013

MANIFESTACION EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA




Iba a escribir un artículo muy sentido sobre la idiosincrasia canaria y la genialidad que habita en la España periférica, pero no me voy a explayar. Basta fijarse en la pancarta del centro para entender que no nos duelen prendas a la hora de expresarnos cuando de fuera vienen esgrimiendo tijeras que amenazan con dejarnos a todos escribiendo como hablan los personajes de Morgan. La forma de hablar es otra historia. La zeta no la pronunciamos porque no nos da la gana y el de Garda reserva la ele para mandar a la mielda al que viene a corregirlo, pero podemos reirnos de nosotros mismos con tal de hacer un chiste del memo que se empeña en impedir que podamos seguir haciendo juegos de palabras. Algo que requiere conocer ortografía, gramática y semántica y que es de lo que se ocupa, entre otras cosas, la Educación.
 
 
 
Foto de Loly Betancor. Gracias compañera.
 
 

sábado, 4 de mayo de 2013

ROYAL PAINS

Se nos ha inculcado, desde que el mundo es mundo, que los reyes tienen un algo divino. Son reyes por la gracia de Dios, el rey y la tierra son uno, sus manos sanan, o por lo menos curan la caspa, que diría el muy irreverente y anti monárquico Terry Pratchett.
A falta de un Dios en el que creer y confiar nos encanta la idea de un sustituto de carne y hueso que encarne las virtudes que se le atribuyen al otro: sabiduría, justicia, poder, benevolencia y, como no, la capacidad de obrar prodigios.
Debe de ser por eso que aún toleramos en Europa una institución con la que no ha conseguido acabar ni la Revolución Francesa ni la democracia ni el psicoanálisis. Pero ahí están, simbolizando todo lo que el más florido cuento de hadas es capaz de proveer, alimentando nuestra necesidad insaciable de mitos y leyendas, de magia y de trascendencia. Y además reforzamos el artificio haciéndolos inimputables, colocándolos por encima del resto de los mortales frente a la justicia de los hombres.
Al final, en la época moderna, es sólo cuestión de suerte el que esa especie de gólem que hemos creado sea más o menos adecuado a los tiempos que le toca vivir. Lo mismo puede resultar un borrachín botarate que un tipo capaz de abortar un golpe de estado. Aunque con el correr del tiempo el botarate puede acabar convirtiéndose en un respetable monarca y el héroe del Tejerazo en un matón de elefantes indefensos. Lo cual nos lleva a la cuestión de fondo, que no es otra que los reyes son nada más y nada menos que hombres. Unos aprenden de sus errores, otros no y todos envejecen con más o menos tino.
Pero, oh fatalidad, resulta que la cosa se ha puesto tan negra que ya no creemos ni en Dios ni en cuentos de hadas y los españoles vemos a la monarquía como un problema más, por si ya había pocos. Puede que no sirva de nada el órdago que ha lanzado nuestro rey, porque, la verdad, a mí no me interesa saber en qué se gasta los cuartos la familia real, ni que terminen condenando a una parte de ellos, a mí, que en el fondo soy una romántica, lo que de verdad me pondría es que nuestro rey retara en torneo a los malos -que sabe quienes son- y les obligara a dejar de estar jodiendo a los españoles.
 

lunes, 4 de marzo de 2013

ME VOY A PONER LA MANTILLA SOLO PARA DECIRLE AL PP QUE ME TIENE HASTA LA PEINETA


Dicen los medios que nuestro Ministro del Interior se ha despachado en el Vaticano diciendo que: "Si nos oponemos al matrimonio entre personas del mismo sexo, no podemos usar argumentos confesionales. Existen argumentos racionales que dicen que ese matrimonio no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada".

Pues el Ministro se equivoca. Tampoco es el matrimonio natural (que suena celestial pero es irrelevante al caso) lo que garantiza la pervivencia de la especie. Lo que la garantiza es una pareja heterosexual dándole al fornicio con entusiasmo y sin preservativos ni anticonceptivos de otra clase. Y de eso ya se ocupa el PP en sus homilías, aunque sin aprobar lo de que puedan no estar casados ni lo del entusiasmo, Dios nos libre.

Además, la protección de los ciudadanos por parte de los poderes públicos tiene que ser la misma para todos, igual que las garantías jurídicas para ejercitar los derechos y obligaciones. ¿O acaso está dando a entender que hay que proteger más a un casado que a un soltero? ¿También se ha olvidado de que los solteros sin hijos financiamos con tipos más altos de IRPF  gran parte de la protección de los que procrean? Yo solita ya le debo haber pagado la Universidad a más de uno y no veo mi carnet de familia numerosa por ninguna parte ni los críos me felicitan por mi cumpleaños, los muy desagradecidos.

Digo yo si al pobre no le habrá abrumado el escenario y habrá salido por peteneras con ese mal traído argumento malthusiano, como para disculparse por representar a un Estado laico tras reconocer que, como tal, los argumentos confesionales en España nos importan un comino.

Pperos, pperas y pmanzanas (que las hay), por favor, dejen de darle para atrás a la máquina del tiempo. Lo digo por su bien. Al paso que vamos pronto acabaremos pagándole otra vez el diezmo a la Iglesia y no van a ver un céntimo. Ustedes mismos.
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

DÍA DE LOS INOCENTES

Esperaba que se tratara de una inocentada, pero a juzgar por las 75.000 firmas que lleva en contra, lo del anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) parece que va en serio, dicho sea con el mayor de los sarcasmos y la más grande amargura.
 
Me envía una amiga un mail donde se destacan por un lado el preámbulo de la LOE de 2006 y por otro el primer párrafo del anteproyecto de la LOMCE. A continuación aparece una propuesta: encuentra las diferencias.
 
El juego consiste, obviamente, en advertir cómo los valores que propugnan cada uno de los textos no tienen nada que ver. La verdad es que como pasatiempo es muy frustrante, porque no tienes ni que volverlos a leer para dar con la solución.
 
Así que voy a proponerles otro juego de agudeza gramatical para resarcirnos todos del chasco, si no del insulto a nuestra inteligencia por parte del legislador. Reproduzco abajo el primer párrafo del engendro en cuestión:
 
Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012) (Ley Wert): “La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.”

El desafío es el siguiente: sustituir los vocablos marcados en amarillo por otros de manera que  el mismo párrafo pueda servir para una Ley de medidas fiscales y del orden económico y social a las que tan proclives son todos nuestros gobiernos en estas fechas o para otorgar ayudas a cualquier industria patria necesitada de subvenciones.
 
Soluciones hay muchas, pero a mí la que mas me gusta es la de las tecnologías de la información y sus variantes, que habría estado muy bien, hace 20 años o más. En fin, una cosa está clara, el legislador no tiene ni idea de en qué consiste la educación, pero es que además SE HA COPIADO.

viernes, 21 de diciembre de 2012

POMPA Y CIRCUNSTANCIA

Aprovechando que no me lee nadie y que estoy rebosante de espíritu navideño, me voy a poner de tu parte, Gonzalo, y además voy a tratar de aliviar tus preocupaciones evitándote ulteriores sofocos con un par de recomendaciones que a buen seguro agradecerás, siendo como eres, un hombre de pro.
 
Entiendo tu preocupación por el supuesto menoscabo de la dignidad del cargo que ostentas. No puedo estar más de acuerdo contigo en que ciertas funciones requieren cierto ceremonial. Los pilares de nuestro ordenamiento jurídico, leáse poder ejecutivo, legislativo y judicial, convenientemente independizados los unos de los otros y afirmados sobre un sistema democrático, son la base de nuestro Estado y el insigne taburete sobre el que el pueblo soberano asienta sus reales y desde el que se gobierna a sí mismo asistido de probos servidores públicos como tú y tantos otros.
 
Estar al frente de cualquiera de esas tres funciones conlleva no solo una gran responsabilidad sino una dedicación tan exigente que acaba uno entendiendo que sacerdocio y ministerio se empleen como sinónimos. Porque hay que estar siempre al pie del cañon recordando a todos y a todas horas que la ley es sagrada y que quebrantarla tiene consecuencias.
 
Pero hasta ahí llega el símil, querido Gonzalo, y puede que de ahí provenga tu confusión. Porque, al fin y al cabo, los asuntos que nos ocupan son asuntos mundanos, por mucho que queramos enaltecer la soberanía popular y elevarla a los altares de un culto paranóico-secular. La dignidad del cargo siempre será la que le conferamos por respetuoso consenso y nunca dependerá de la persona que lo ostente ni de lo que ésta haga, gracias a Dios, que no por la gracia de Dios.
 
Y, hablando de Dios, si éste puede soportar que se le alabe con guitarras desafinadas en las parroquias en vez  de con un concierto de Bach ¿acaso no puede el representante del poder judicial viajar en clase turista? Vale, es verdad que tus homólogos no han tenido que renunciar a sus viajes en preferente, y que la Justicia siempre es la pariente pobre en este país, eso ya lo sabemos, pero seguro que tú lo sabías también antes de aceptar la encomienda.
 
Así que lo mejor que puedes hacer para honrar tu cargo es ir bien afeitadito, limpio y conducirte con integridad, para que puedas ir con la cabeza bien alta en clase turista, en autobús o en globo. El resto es solo vanidad y artificio, por mucho que lo quieran hacer pasar por requisitos. En fin, que no te preocupes con zarandajas, que ya tienes bastante en el plato. Y si no eres capaz de no preocuparte por tonterías, al menos no hables de ellas delante de un micrófono abierto.

Dedicado respetuosamente y con cariño a D. Gonzalo Moliner, Presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo.

lunes, 18 de julio de 2011

JUAN JOSÉ CARDONA EN ESTADO DE GRACIA

Igual me arrepiento dentro de poco pero hoy tengo que reconocer que me está gustando la forma de actuar del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. Mi natural optimismo me lleva a contemplar este prodigio como un motivo para la esperanza y no como un signo del Apocalipsis, que es lo que sugiere mi muy cultivado pesimismo. ¿Será verdad que tenemos delante a un político capaz de liderar un cambio real en la democracia de nuestra ciudad o será un espejismo de tantos que nos distraen con el único objeto de robarnos la cartera?
El caso es que está haciendo lo que no recuerdo haber visto en mucho tiempo en política: está dando explicaciones y animando de forma inequívoca la participación ciudadana. Y, lo que es más importante, lo está haciendo sin mostrar miedo ni asco. Podría decirse que bajarse de una tarima para responder al público en general y a los indignados en particular es una técnica facilona en la que cualquier coach te pone al día en un pispás y que a la mayoría de los indignados se les deja sin argumentos con un pequeño breviario ad hoc tal como hizo Soria no hace mucho. Podría argumentarse también que su artículo de hoy en el periódico sobre la financiación de eventos culturales en la ciudad y su ofrecimiento de propiciar un debate serio sobre la cuestión no es sino una maniobra publicitaria para adelantarse a las críticas por los recortes que se avecinan. Podría decirse todo eso y probablemente mucho más y quizás nunca sepamos si es verdad o no.
Pero lo que sí es cierto es el mensaje que transmite el subtexto y que es bastante más difícil de manipular que el del texto principal. Ese mensaje va pregonando, sin megáfonos ni consignas, que es capaz de hablar con quien sea y de escuchar a quien haga falta con la única exigencia del respeto mutuo. A muchos capitanes sus hombres les han seguido a una guerra por menos. Quiero pensar que ese carisma que está empezando a mostrar no sea un artificio y que sirva para aglutinar a esta ciudadanía desencantada en un verdadero proyecto común. Ese sí sería un auténtico logro y no el de la capitalidad cultural europea.

lunes, 6 de junio de 2011

MISTERIOS INSONDABLES I

¿Por qué les gusta tánto a los hombres cualquier cosa que suene como un motor? ¿Tienen los oidos taponados o qué? El ruido infernal de un taladro, una lijadora o una motosierra es para ellos música celestial y si encima el trasto funciona con gasoil entonces ya es el paraíso de los sentidos.  Se quejan de lo mucho que hablamos las mujeres y son capaces de estar horas oyendo una máquina sin inmutarse. Lo que les fastidia, en el fondo, no es que hablemos, está claro que el ruido no les afecta, lo que les mata es tener que prestar atención por si les preguntan algo.
Llevo toda la tarde oyendo uno de esos artilugios y ya conozco toda la gama de estridencias que es capaz de producir según la potencia empleada. De vez en cuando se para, pero vuelve a la carga una y otra vez. Es como música aleatoria, pero sin música y con mucha mala suerte. La de no haber sido capaces de inventar estas máquinas con una voz incorporada haciendo preguntas del tipo “¿has chequeado los pilotos de seguridad en el panel inferior izquierdo para el modelo XL700 o en la solapa anterior derecha para el XL750?” o “¿has verificado que las condiciones ambientales de temperatura y humedad son las adecuadas para el modo Megavrrrroummm que acabas de seleccionar?”. O mejor todavía: “¿quieres que hablemos de lo que te preocupa tánto que hace que me hayas utilizado un promedio de 3,5 horas diarias en la última semana?” Seguro que se les pasaba de golpe la pasión por el bricolage sinfónico y la jardinería terminal. Lo que sigo sin explicarme es por qué les gustaba tánto el Coche Fantástico.

miércoles, 1 de junio de 2011

DENTRO DE MUCHO TIEMPO, EN UNA LEJANA GALAXIA...

La nave interestelar Cascanueces III viajaba ruidosamente por el espacio. Sus maltrechos paneles crujían y los contenedores que arrastraba en racimo chocaban unos con otros. En la cabina de mando, la tripulación se afanaba en controlar los achaques de la desvencijada nave y en atender las instrucciones para la descarga.
—Comandante, la nave de recogida nos advierte que dos de los cables de los contenedores se han enredado.
—Pues dejaremos esos dos para el final, y dile a Ronda que se prepare para salir ahí fuera.
—A la orden.
—Ah, Vega, que la acompañe Casia, no quiero que esto nos lleve toda la tarde.
—De acuerdo. ¿Se encuentra bien, señora?
—Me duele la cabeza de oir esa cacharrería todo el día. Quiero un trabajo rápido y bien hecho.
—Comandante, una comunicación urgente por la linea uno.
¿Y ahora qué? Pásamela a los auriculares de mi consola. Comandante Flint al habla.
Hola cariño, ¿podrías pasar por el asteroide X44 de camino a casa y traer un saco de 10 kilos de piroclasto? El que estoy usando no está dando resultado con las begonias del jardín hidropónico.
Marcia, te he dicho que no uses esta linea si no se trata de una emergencia, ¿se puede saber por qué son tan urgentes las...dichosas begonias?
Lo siento cielo, pero en ese cacharro que pilotas es la única que funciona, llevo un buen rato llamando a las otras. La verdad, deberían pagarte más por arriesgar tu vida en él.
Ya me pagan un plus de riesgo. Y no es ningún cacharro, es un clásico de la navegación interestelar que...
...ha visto tiempos mejores, sí, ya lo sé. Oye, y no llegues tarde, tu hija ha vuelto a suspender historia antigua, ha puesto en el examen no sé qué disparate sobre la extinción de los hombres y deberías tener una charla con ella.
Eh..., sí, de acuerdo, no te preocupes, déjamelo a mi ¿vale? Adios.
Comandante, ¿le ocurre algo? Está sudando.
Dime una cosa Hali, ¿cómo se extinguieron los hombres? ¿Qué pasó realmente?
Fue una mutación, señora, pero ocurrió muy rápido, igual que lo de la reproducción por partenogénesis de las mujeres. Aunque hay varias teorías que nunca se han probado.
Ya. Entonces es posible que los muy cobardes salieran zumbando y se escondieran en alguna galaxia lejana, ¿no?
—La de la migración masiva fue una de las teorías al principio, pero...
Ya me vale. Es lo que le conté a mi hija y acabas de salvarme el trasero, al menos por esta noche.
La comandante Flint puso los pies sobre la consola y se recostó en su asiento contemplando la inmensidad del universo. Al fondo a la derecha, una pequeña estrella rojiza centelleó lanzándole un guiño.

martes, 17 de mayo de 2011

ACTIVISMO EN TIEMPOS REVUELTOS IV

Hoy les presento un nuevo deporte para militantes de base: el buzoneo de propaganda electoral en el medio residencial y rural. Combina varias disciplinas y permite disfrutar de los bellos paisajes de nuestra amada isla, esa gran desconocida (porque miren que hay recovecos).
Para empezar, una buena sesión de estiramientos, que serán necesarios e inevitables durante todo el recorrido. ¿Por qué pondrán los buzones tan alto? ¿Tan mataperra es la chiquillería del barrio?


Ya podemos seguir con la sesión de trekking, ojo que habrá tramos de desnivel pronunciado, pero las vistas son bonitas. Ya sé que el Teide no se ve desde Santa Brígida, pero es más fácil de dibujar que un palmeral entero.


Y por último, cuando ya estamos confiados y con el cuerpo caliente, podemos batir nuestro propio record personal en salto de altura. Una vez más, el mejor amigo del hombre nos ayuda a superar nuestros límites.



Dedicado a mis aguerridos compañeros de UPyD en Santa Brígida y a los carteros del municipio, con cariño y admiración.


martes, 26 de abril de 2011

ACTIVISMO EN TIEMPOS REVUELTOS III

Leí hace poco un artículo en el que se equiparaba a los malos políticos con los parásitos que invaden un organismo y se nutren de él. Siempre me ha parecido un disparate fantasioso el establecer paralelismos entre lo que ocurre en la naturaleza y lo que ocurre en una sociedad, pero como tal disparate, tiene derecho a existir en este blog y a desarrollarse hasta sus últimas consecuencias.
Los malos políticos, en tanto que parásitos del sistema, pondrán mucho cuidado en mantener al que le hospeda en un estado de relativa salud por una cuestión de simple supervivencia. No le interesa matarlo en absoluto, de manera que a lo sumo podrá debilitarlo un poco, pero sin llegar a comprometer su existencia. Como modelo de partida no está mal, pero creo que ya estamos en otra fase del asunto.
En la naturaleza todo evoluciona y la sociedad no puede ser una excepción. La vida y las comunidades van recombinando su potencial para dar lugar a novedades genéticas o sociales, de manera que podría decirse que en esto hemos dejado atrás el parasitismo, el comensalismo y hemos terminado instalados en una relación simbiótica que lleva funcionando mucho tiempo.
Y es que estamos dispuestos a hacer la vista gorda a cambio de que otros se ocupen de los temas que nos conciernen. El mundo se ha vuelto muy complicado y nos abruma una multitud de cuestiones: la declaración de la renta y el inmenso corpus legal nacional e internacional, los conflictos de Oriente Próximo y los de las lejanas galaxias, los derechos humanos y los de las ballenas azules, el vandalismo del que te raya el coche y el terrorismo internacional, el tamaño del palo de la bandera de la Fuente Luminosa y las revueltas en el norte de África...
Nuestras pobres cabecitas amenazan con explotar con sólo imaginar por dónde empezar a desenredar la maraña de asuntos importantes que hay que resolver. De manera que delegamos (que no es ninguna insensatez) y nos desentendemos (que sí lo es) porque vivimos más tranquilos no sintiéndonos responsables de nada de lo que pasa de nuestra puerta para afuera.
En una relación simbiótica ambos organismos se benefician, así que podría parecer que ninguna mejora es requerida y que esto es todo lo que da de sí el modelo, pero todavía pueden suceder más cosas. Igual que ocurren las mutaciones genéticas puede darse una mutación inconsciente en los elementos de esa sociedad, pueden surgir individuos que piensen distinto, capaces de discernir lo que les concierne de lo que no, capaces de entender que forman parte de una comunidad y que el avance es de todos o de ninguno, capaces de asumir la responsabilidad de su vida y de cómo sus decisiones afectan a su entorno. Individuos que no necesiten del servicio de ningún mal político y que sean capaces de rechazarlo y desplazarlo.
Cada vez hay más gente concienciada de la necesidad de cambios profundos y, como diría Averroes, en la naturaleza no hay despilfarro. Es solo cuestión de tiempo que estos individuos más evolucionados empiecen a dejar su impronta. Esa es la buena noticia. La mala es que el modelo no explica de cuánto tiempo disponemos antes de que nos vayamos todos a hacer puñetas en una fiesta desquiciada y con los fuegos artificiales más caros de la Historia.

jueves, 7 de abril de 2011

CRONOMANCIA EXPERIMENTAL (*)

Decía una de mis profesoras de la Universidad, citando a alguien que ahora mismo no recuerdo, que había que “estar a la impronta de los tiempos”. Quería con ello ilustrarnos sobre la necesidad de estar atentos a los signos y señales que el presente va dejando como pistas del rumbo que van tomando los acontecimientos. Puede que éstos sean imprevisibles, pero el escenario en el que tienen lugar no se construye de un día para otro y ese escenario marcará de una forma u otra su desarrollo.
Yo, que a veces soy un poco literal para compensar mis excesos fantásticos, me he ido derecha al almanaque de pared dispuesta a darme un baño de realidad y a clarificar antes que nada lo que la agenda de los próximos meses me tiene deparado. Ha sido entonces cuando he advertido con horror que este 2011 convulso y fatídico está plagado de señales inquietantes, como si un hado de las fechas, cargado de ironía y mala uva, hubiese irrumpido cual nuevo demiurgo organizador del caos.
Para empezar, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ha hecho que coincida el día de la mujer trabajadora con el martes de carnaval, como para hacernos caer en la cuenta de los muchos roles que asumimos a diario las mujeres. Si fuera sólo eso, lo despacharíamos con un “ironías de la vida” (una frase muy reconfortante que en realidad quiere decir “esto significa algo pero ahora mismo no me conviene prestarle atención”), pero no acaba ahí la cosa. Resulta que este año el día de la madre coincide con el día del trabajo, otro recordatorio sutil de la realidad familiar que vivimos todos los días, que por cotidiana y repetida se obvia y se vuelve invisible. Y ya para rematar, las elecciones locales y autonómicas se van a celebrar el 22 de mayo, festividad de Santa Rita de Casia. Imagino que los políticos ineptos aferrados a la poltrona invocarán ese día a la fortuna al grito de “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”, mientras que los votantes tendremos que encomendarnos a ella como patrona que es de las causas imposibles para poder librarnos de los primeros.
A mí todas estas casualidades me ponen los pelos de punta y cuando he visto que el día de Canarias cae en lunes no he querido seguir investigando. Es cierto que a los trabajadores de estas islas, que trabajamos mucho y cobramos poco, nos viene de perlas un puente para aliviar nuestras fatigas. Pero a mí esto de empezar la semana empuñando el sacho para ir de romería en vez de para plantar papas me parece otra señal inequívoca del mal rumbo que llevamos.
Por cierto, que el 30 de mayo es la festividad también de Santa Juana de Arco, patrona, entre otras cosas, de los cautivos. El hado debe estar partiéndose de risa en algún lugar del universo y nosotros sin enterarnos.

(*) No intenten hacerlo en casa. En serio, asusta más que la ouija.

viernes, 18 de marzo de 2011

ACTIVISMO EN TIEMPOS REVUELTOS II

Releyendo a los clásicos y observando el panorama político actual se corre el riesgo de llegar a conclusiones peligrosas. Son conclusiones equivocadas y su peligro es que provocan una reacción en cadena de decisiones igualmente equivocadas cuando se aplican a nuestro hacer cotidiano. Es ahí donde, inadvertidamente, se producen las pequeñas catástrofes de percepción de la realidad. Ésta nos pasa desapercibida y terminamos habitando una fantasía poblada de paradojas en la que pretendemos desenvolvernos con algo parecido a la normalidad.
Cuando concluimos que la condición humana es la que es, dando por sentado que la ambición es lo que la define, cometemos el primer error de bulto que da al traste con todo lo demás. Porque la ambición está en la condición humana, pero no es su esencia ni de lejos. Puede que hoy día sea una motivación tan fuerte como lo era en la época de Cicerón o en la de Maquiavelo y que hoy nos mostremos tan incapaces de dominar esa fuerza como entonces. Pero sí hemos avanzado socialmente en algo y es en el acceso a la formación y a la participación.
Constantemente oímos cosas del tipo de “los políticos son todos unos delincuentes y estaríamos mejor sin ellos” o “habría que dejar la política a gente preparada y profesional”. No creo ni en lo uno ni en lo otro, pero tengo la sospecha de que es exactamente lo que quieren que creamos los apegados al poder.
En los últimos años hemos visto cómo nuestros políticos se acusan mutuamente de corrupción en una batalla que, al grito de “y tú más”, parece, por la insignificancia de las consecuencias para los contendientes, una riña de patio de colegio. El verdadero daño se produce cuando, asqueado por esas trifulcas, el ciudadano evita como evitaría a la peste el involucrarse en política. Ha habido muchas acusaciones poco serias, que en más de una ocasión no han puesto en entredicho la legalidad sino la discrecionalidad, que es legítima, en determinadas actuaciones. Pero se lanzan a los medios (que no a los juzgados) y se procura que el tufo mantenga alejado y horrorizado a todo aquel que estime en algo su reputación.
Tampoco tenemos ninguna necesidad de estar gobernados por tecnócratas ni por elites intelectuales que con demasiada frecuencia no tienen los pies en el suelo. Cualquier ciudadano con conciencia de los principios que rigen el Estado de derecho y el ordenamiento jurídico puede aspirar a hacer valer su criterio en política. Tenemos unos funcionarios preparadísimos en todos los niveles de la Administración perfectamente capaces de hacer que la maquinaria siga funcionando.
La información necesaria para no dejarnos confundir con acusaciones oportunistas de corrupción o con otras triquiñuelas la tenemos al alcance de la mano. En cualquier biblioteca pública te imprimen gratis las leyes. Otra cosa es la formación en materia de democracia, que junto a la formación tradicional es cada vez más precaria y se nos escatima sibilinamente, porque de nada sirve que todos sepamos leer si no entendemos lo que leemos. Si también consiguen alejarnos de la participación manipulando nuestra ignorancia, haciéndonos creer que todo está podrido, haciéndonos creer que no tenemos derecho a intentarlo y mucho menos a equivocarnos, entonces la culpa de que nos vayamos a pique será de todos nosotros, pero sobre todo, de los que,  huyendo del hedor y de la responsabilidad, escoramos el barco a proa porque en la popa huele mal.

Dedicado a todos los que se embarcan en la flota: asociaciones de padres, asociaciones de vecinos, foros, asociaciones de empresarios, sindicatos,  partidos políticos, etc…