Pocas cosas me animan tanto como ver revolotear mariposas. Son como risas que colorean el aire, sin más función aparente que la de esparcir su encanto y alegrarme el día. Su colorido aleteo deja un rastro de dicha luminosa que se va estirando como un jirón de nube. Aparecen como pequeños arcoiris que centellean aquí y allá unos segundos pero que dejan impresa en el éter la huella de la alegría. Son el confeti de la fiesta que la vida organiza por sorpresa cuando menos te lo esperas y que consigue arrancarte una sonrisa. La sonrisa de felicidad de sentirse agraciado y bendecido por la despreocupada belleza del instante. Y ese momento no ha sido invocado, conjurado o buscado, ha sido regalado y como todos los dones tiene algo de mágico. Su poder es el que nos permite maravillarnos ante los pequeños milagros cotidianos, como el de ser capaces de sonreir por ver volar una mariposa.
Dedicado a mis amigos de la MCA.
Pues me gusta mucho ese estilo alegre del revoloteo, sigue asi Espe. Bss
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