La Tierra necesita que la amen. No sólo necesita que nos preocupemos de
distribuir las basuras en distintos contenedores (que en muchos casos van a
parar al mismo vertedero). No sólo necesita que paguemos una tasa por la « huella
de carbono » cuando cogemos un avión (aunque lo recaudado vaya a financiar
proyectos no estrictamente relacionados con el medio ambiente). No sólo
necesita que no despilfarremos agua y electricidad (aunque eso no haga ninguna
mella en un sistema hidroeléctrico ineficiente). No sólo necesita que compremos
productos biológicos (que son carísimos). Todo eso está muy bien, pero no es
bastante. La Tierra necesita, sobre todo, que la amen.
Necesita que nos conmovamos contemplando su belleza, que nos admiremos
observando los prodigios que se suceden cada día, al brotar la hierba, al
abrirse una flor, o al madurar una manzana. Requiere que nos sintamos
bendecidos y agradecidos, que le devolvamos la mirada amorosa con la que nos
envuelve todos los días, tanto si la merecemos como si no. Porque el amor y el
cuidado es lo único que ayuda a sanarla de los venenos que le administramos y a
evitar que se auto regule con cataclismos devastadores. Porque el amor, el
auténtico, es lo único que nos lleva a cuidar y a respetar y esa es nuestra única
salvación como especie. De otra forma, se nos sacudirá un buen día de un
plumazo y, libre de nosotros, volverá a encontrar la manera de generar vida.
¡Bravo!
ResponderEliminarGracias Ricky.
EliminarAlgo me dice que nada de lo que defiendes y argumentas con lucidez y lógica, Esperanza, veremos cumplido. Ojalá sean cosas mías, que soy tremendamente pesimista en lo que se refiere al comportamiento humano, pero... ahí dejo la impresión para que NO se cumpla. Minervina.
ResponderEliminarGracias Minervina. Buena idea, a lo mejor deberíamos ir por ahí gritando"qué tierra más fea ésta" para despistar al hado, que es un grandísimo cabrón. ;)
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