Su santidad Benedicto XVI se ha propuesto arrojar luz sobre la infancia de Jesús y yo llevo ya dos disgustos morrocotudos, porque hasta ahora, lo único que ha logrado es echar un jarro de agua fría sobre el espíritu navideño, cosa que no hacía ninguna falta, habiendo como hay tantos detestadores profesionales de la Navidad.
Primero se carga a la mula y al buey del portal de Belén. Sin miramientos y basándose en que en los Evangelios no se nombra a esas dos figuras. Realmente, cuando el Vaticano se pone "científico", acojona. Pero es que cuando se pone filólogo y arqueólogo todavía es peor, porque ahora resulta que los Reyes Magos de Oriente eran en realidad de Occidente, de España para más señas y de Andalucía para más inri. Exactamente, de la perdida Tartessos.
Me puedo imaginar a una criatura de siete u ocho años, hartita de oir hablar de la crisis en el telediario y en el comedor de su casa, reflexionando sobre esta novedad que ya se habrán encargado de divulgar todas las cadenas de televisión en su apartado de relleno informativo. A poco avispada que sea la criatura en cuestión debe de tener un mosqueo más que considerable preguntándose si los Reyes se las van a poder arreglar para lo de sus regalos.
Casi sería menos cruel explicarle que los Reyes son los padres ya mismo y ahorrarle la angustia. Es más, estoy segura de que más de uno respirará aliviado, sobre todo si vive en Andalucía, que es uno de los lugares donde la crisis está pegando más fuerte.
¿Por qué no puede este santo varón dedicarse a pontificar sobre los dogmas de la Iglesia y dejar en paz las tradiciones? Pues no, en vez de elucubrar sobre el misterio de la Santísima Trinidad o la Inmaculada Concepción -cosas que los católicos no discuten y que a los no católicos no importan- va y nos da donde más nos duele: en toda la emocionalidad irracional que impregna el sentimiento pseudoreligioso de muchos de nosotros.
¿Dónde está el inmovilismo de la Iglesia cuando se le necesita? Puedo entender que haya cosas más serias a juicio del Vaticano en las que emplearlo a fondo, como el matrimonio homosexual, el aborto o el sacerdocio femenino, pero, de verdad, Benedicto, ¿no podías haberte conformado con lo de abrir la cuenta de twitter si querías ir de moderno? Porque a los que -a pesar de todo- nos gusta la Navidad nos estás haciendo la pascua. Y hablando de Pascua, que sepas que los romanos no clavaban a los crucificados a los maderos, los ataban, así que lo de los clavos va a resultar que era un piercing super fashion. ¿A que jode? Pues nada, feliz Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario