Fantasías sobre la realidad y ocurrencias varias







jueves, 6 de septiembre de 2012

VINE, BEBÍ Y VENCÍ

Las paradojas de la vida vienen a ilustrar perfectamente que el mundo es redondo, y que cuando más distancia ponemos de por medio llega un momento en que en vez de alejarnos, regresamos. El reencuentro con lo que había quedado atrás siempre nos pilla desprevenidos, de ahí el desconcierto. Simplemente, no atinamos a comprender que las vueltas que da la vida no es sino una metáfora poco precisa. En realidad las vueltas las damos nosotros, mientras la vida, el mundo y el universo se ocupan con parsimoniosa monotonía de sus cosas. Cosas triviales y sin importancia, como mantener los ciclos de las estaciones y respetar la ley de gravitación universal.
 
Mientras tanto, nosotros, libres para volar tras cualquier quimera y explorar otras dimensiones, nos encontramos invariablemente con más de lo mismo a la vuelta de cada esquina. El que la experiencia sea un chasco morrocotudo o una revelación útil depende de cómo se perciba esa realidad y de nuestra capacidad de fantasear con ella. Porque a la postre, es nuestra creatividad la que conforma nuestro mundo, colorea nuestros sentimientos y lo que nos redime.
 
Por eso, cuando hace unos días probé un fantástico vino de Castilla y León en una taberna de Ginebra, tuve que hacer el esfuerzo consciente de transformar la aparente derrota en una victoria incontestable. De manera que allí estaba yo, en el Boulevard du vin, con mi colega norteamericana Robyn esperando que llegaran los demás compañeros del trabajo y con la tarea asignada de elegir un vino. Decidí hace tiempo que los dueños del bar conocían su oficio y si habían puesto en la carta ese caldo podíamos arriesgarnos con él. También había probado hace cosa de un año un vino de la región que no me había decepcionado en absoluto, así que pedí una botella de Villalar. Recuerden ese nombre si saben lo que les conviene.
 
No solo estaba delicioso y espectacular sino que al día siguiente me encontraba como una rosa después de haberme soplado media botella de vino acompañada de unas lonchas de embutido y unos tacos de queso cuya única función era realzar su sabor, no llenar el estómago.
El caso es que todo me pareció muy surrealista en un primer momento y me resistía a aceptar que Ginebra, precisamente, tuviera algo que aportar a mi ilustración sobre los vinos españoles. El creciente entusiasmo de mi colega norteamericana iba, por su parte, haciendo añicos otro estereotipo muy bien instaurado en las creencias populares: el de que los yanquis no saben comer y mucho menos beber. Una lectura rápida de la paradoja habría sido: "te has tenido que venir a Suiza para disfrutar un vino que te habría costado la tercera parte en tu casa, enhorabuena, campeona, y para más inri, una bebedora compulsiva de Coca-cola te felicita por la elección, chúpate esa mandarina".
 
Lo único que podía hacer para evitar el bochorno existencial era recrearme en la idea de que, tal vez, si no me hubiera venido a Ginebra, nunca habría tenido la oportunidad de descubrir ese vino y nunca habría podido compartir esa revelación con alguien tan en las antípodas de mi cultura de olores y sabores como lo es Robyn. Si eso no es un triunfo, que baje Dios y lo vea.
 
Para rematar el asunto, ayer me entero por una amiga de Las Palmas, de que el gobierno va a dar unos 600.000 euros de subvención para promocionar el consumo de vino español dentro de nuestras fronteras. La verdad es que el anuncio no podía ser más oportuno. Si en algún momento tuve la tentación de verme interpretando el rol de "emigrante bebiendo con nostalgia un vaso de vino de la madre patria", ahora ya no corro ese peligro. Me siento más bien como Agustina de Aragón y me regodeo en mi papel de heroína dispuesta a beber todo lo que haga falta para levantar el país. Señor Rajoy, cuente conmigo para arrimar el hombro y empinar el codo. Salud.

4 comentarios:

  1. Buenas tardes

    Efectivamente comparto su reflexión de que tener que llegar a Suiza para disfrutar un vino que te habría costado la tercera parte en tu casa es una paradoja un poco alambicada, de esas sincronicidades que le gustaban a Jung.

    Pero lo de la subvención a la la Federación Española del Vino (FEV) son exactamente 618.521 euros, para desarrollar la campaña “quien sabe beber, sabe vivir” cuyo objeto es la promoción del vino español pero dentro de las fronteras patrias. Me temo que Suiza no entra dentro de ese concepto, salvo que consiga usted un alzamiento cantonalista en su zona y una adhesión de la misma al reino de España. Comente usted lo de la subvencion a ver si consigue animar a la gente.

    En cualquier caso creo que la han desinformado sobre el verdadero objetivo de la subvención, la "agenda oculta" que diría algún plumilla de tendencias conspiranoicas. Verá, se rumorea que necesitan que la mayoría de la poblacion esté ebria para volver a votar al partido en el gobierno en otras elecciones.

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  2. Distinguida maléfica
    Ya sé que la campaña es para promocionar el vino español dentro de las fronteras patrias, de hecho lo cito en mi escrito, pero eso no me priva de contribuir al bienestar de un sector económico que tengo en gran estima y más cuando con el mismo sorbo no sólo elevo la renta nacional sino que fortalezco el sector exterior haciendo que aumenten las exportaciones, en este caso a Suiza. Y que conste que no veo el doble de beneficio por efecto del vino. El que lo vea todo un poco más de color rosa sí que puede estar relacionado, eso no lo voy a discutir.
    Por cierto, esa sombra de ojos le queda de muerte.

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    1. Buenas tardes

      No deseche usted la sugerencia del levantamiento cantonalista. Igual le estoy abriendo el camino a la fama o la consagración política. Piense que unos cuantos suizos beodos bajo la promesa de 600.000 euros de subvención a lo mejor dan la sorpresa. Hay una zona del país que habla unos dialectos románicos raros (y ya casi extinguidos) llamado retorrománico o retorromanche, y que goza del reconocimiento como lengua nacional. Las lenguas retorrománicas corren un peligro cierto de desaparecer. Apenas existen hablantes y la mayor parte también habla alemán. Vamos en bandeja de plata. Usted les echa el discurso en alemán hablando del "Volkgeist" latino que corre por sus venas y su inconsciente colectivo, de lo bien que estarían integrados en España disfrutando de subvenciones para empinar el codo cortesía de D. Miguel Arias Cañete y en mitad de la euforia etílica igual presentan una petición formal de adhesión. Eso es una confederacion y todo es mucho más fácil, se adhesionan a España como cambian de peluquero.

      Ya me contará.

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  3. Pues vale, le cuento:
    Lo mío es la economía subversiva, no el bricolage geopolítico, pero ya que pide mi opinión le diré que su propuesta de añadir otra lengua co-oficial a nuestra particular Babel demuestra que usted ya se lo ha bebido todo y no queda nada con lo que engatusar a los suizos, de manera que la cuestión está zanjada. Que usted la duerma bien.

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